UN NUEVO MODELO DE NACIÓN NECESITAMOS

Hace algún tiempo, en un seminario que realicé con mis alumnos sobre la sociedad y el poder, uno de ellos definió a la sociedad como “un conjunto de problemas”- Entonces no le di mucha importancia a la afirmación, pero con el pasar del tiempo he vuelto sobre ella.

“Un conjunto de problemas” Si, es una buena definición, alejada de los clasicismos weberianos o marxistas, sin tufos sociológicos ni pujos filosóficos, apegada a la lógica de la gente sencilla que igual puede hacerse una pregunta metafísica o una materialista.

Un conjunto de problemas. Si. No es difícil identificarlos. Son de dos tipos: materiales y espirituales. Los materiales tienen que ver con las carencias que los seres humanos padecemos en cualquier punto del planeta y los espirituales con la incapacidad de no poder descifrar los grandes misterios que todavía están en pie.

El sentido común nos dice que para la humanidad es más urgente resolver los problemas materiales que los espirituales. La gente puede vivir con Dios o sin Dios, o posponer la respuesta a los grandes misterios de la vida y la muerte que no les pasa nada; pero no puede estar ni un solo día sin comer, vestirse, refugiarse bajo un techo o escuchar su música preferida, todos ellos rasgos eminentemente materiales de la vida.

Este dilema, que es el núcleo de toda comunidad humana, a lo largo de la Historia ha tenido las más variadas respuestas. En Oriente y Occidente constituyen la esencia de sus respectivas culturas. Esas respuestas se ubican en el plano político, que, como toda ciencia, es el resultado de la desarrollada inteligencia que nos caracteriza como especie.

Tiranía, dictadura, monarquía, democracia son algunas de las formas de gobierno que los seres humanos han inventado, en el marco de un sistema socio-económico general que impone sus reglas de forma obligatoria a toda la comunidad.

En una ciudad Estado, gobernada por los esclavistas, los griegos inventaron la democracia, restringiéndola a los Arcontes y excluyendo de ella a la población mayoritaria de esclavos. Dos mil años más tarde, en Inglaterra y Francia, se amplía la democracia a los derechos del ciudadano que los había conquistado después de más de mil años de servidumbre. El siglo XVIII ve nacer un nuevo sistema económico-social y, concomitantemente, el liberalismo como nueva forma de gobierno. Jurídicamente se inventa el régimen representativo con el poder político segmentado en tres partes y el derecho universal del voto ciudadano.

Filosóficamente el liberalismo trae a la historia el reino de la libertad individual. Esto no es poca cosa si se considera que en el período histórico precedente el individuo, como tal, se encontraba privado de todo derecho. La libertad individual se convierte, desde entonces, en la materia prima con la que se teje toda la red social del capitalismo como sistema.

En la práctica, la libertad individual se traduce en el derecho a la libre empresa que adquieren los individuos, derecho con el cual, esos mismos individuos, compiten entre sí. El resultado de esa libertad y esa competencia es la civilización que hoy tenemos.  

En estricto sentido, el gobierno liberal tiene como misión legislar y normar las leyes y reglas que hagan posible el desarrollo del principio filosófico de la libertad individual y de su complemento lógico que es la libre empresa. Ni más ni menos como en el feudalismo la monarquía legislaba y normaba la vida social para que la gran propiedad terrateniente funcione asociada al derecho que la aristocracia se atribuía de disfrutar de esos bienes.

Pues bien, en el capitalismo sucede exactamente igual, con una diferencia medular, y es que hoy el individuo es dueño y responsable de su destino. Si triunfas es tu culpa, si fracasas, igual.

Esta conquista de las fuerzas progresistas de la Historia no ha sido superada todavía ni será superada mientras no se creen las condiciones históricas respectivas, esto quiere decir, mientras las clases dominantes ya no puedan sostenerse en la cima de la pirámide y las dominadas ya no aguanten el peso de las de arriba, pero ojo con este aserto, esta situación de cambio inevitable debe darse a nivel general (mundial) y no a nivel local. Se trata del cambio del sistema, no del gobierno.

¿QUE PASA EN EL ECUADOR?

El progresismo latinoamericano no es un invento de Fidel Castro ni de Hugo Chávez, es el curso inevitable de la historia que líderes como ellos lo saben aprovechar. En Ecuador, a comienzos del siglo XXI surgió Correa que se imbricó con la corriente latinoamericana progresista. A nivel interno retomó el aspecto más progresista de la trunca revolución alfarista y dio un paso más a la transformación del Ecuador. En ambos casos se puso a tono con el sentido de la Historia, mundial y local.

En un nivel filosófico Rafael Correa no es inventor de nada, ni tan siquiera del correísmo. El pensamiento liberal toma el nombre de correísmo porque en el Ecuador Rafael Correa es el líder reformista que tiene las agallas para llevar a la práctica el derecho de los ciudadanos a disfrutar de la libertad individual conquistada por el pensamiento filosófico del siglo XVIII, en cuya base están pensadores como Locke, Montesquieu y Rousseau. Esa, que fue conquista del pensamiento humano dos siglos antes, en el Ecuador estaba sobrepuesta por el pensamiento conservador del siglo XIX y por un liberalismo funcional a esos intereses. Correa le puso un freno a esa postura y gestionó, desde su gobierno, para modernizar el Ecuador y ponerlo a tono con los niveles internacionales de desarrollo. Liberalismo radical es su mejor definición que, dadas las condiciones históricas creadas hasta el momento de su surgimiento, automáticamente se convertía en un proyecto pro socialista, pero como proyecto, nada más. Jamás el correísmo fue, ni es, un proyecto antisistema.

En este marco de filosofía política el correísmo siempre fue, y sigue siendo, una concepción liberal que defiende al individuo y su derecho a buscar por sus propios medios su realización. Una postura política que le da más importancia al ser humano que al capital y que ni de lejos se plantea eliminarlo ni revolucionar las leyes que rigen el mercado capitalista. Se plantea otorgar a los ciudadanos las condiciones apropiadas para que puedan lograr su realización personal desde todo punto de vista. Las leyes y normas que está dispuesto a crear y defender son las mismas establecidas por la filosofía liberal desde el siglo XVIII poniendo énfasis en el perfeccionamiento de un Estado que se niega a ver con indiferencia los límites que la filosofía personal del liberalismo tiene en el conjunto de la masa productiva de la sociedad. Liberalismo que no por ser radical trasciende las normas y leyes que el capitalismo impone coercitivamente a sus ciudadanos.

La derecha cavernícola es la que se ha opuesto ferozmente a este proyecto de modernización del capitalismo en el Ecuador, demostrando que su proyecto de país no ha evolucionado ni un milímetro desde García Moreno -y de antes inclusive-, que tiene pánico a los cambios que incluso le favorecen y que está dominada por el orgullo aristocrático heredado de la realeza española. Formas seudo modernas que practican algunos sectores de la oligarquía no sirven sino para camuflar su ideal colonial de tener una república platónica en la que las élites ordenen y las masas indígenas-populares obedezcan. Es debido a esta mentalidad que la oligarquía ecuatoriana acusa de socialista a un proyecto que no trasciende los límites del sistema.

En ese propósito han encontrado un aliado anti natural en la izquierda “histórica” del Ecuador y otras fuerzas radicales de izquierda que han terminado empujando el carro de la oligarquía retardataria. Izquierda histórica que siente envidia de no tener un líder que represente los intereses de las masas, como es el caso de Rafael Correa y que de tanta “teoría revolucionaria” terminan siendo burro pie de la derecha. Esa izquierda miope que no termina de comprender que la Historia es un proceso que va de menos a más, hasta cuando ella misma permite las transformaciones.

El triunfo de Daniel Noboa es el reiterado éxito del modelo platónico de nación que en el Ecuador se sostiene en dos pilares: la Iglesia católica, apostólica y romana y una oligarquía fragmentada en cuanto a sus intereses económicos, pero monolítica en cuanto a su concepción de país se refiere.

LA UBICACIÓN HISTÓRICA DEL CORREISMO

¿Tiene el progresismo correista todavía que hacer en el Ecuador? Categóricamente si, a condición de que mantenga el espíritu popular que tuvo en su tiempo el liberalismo machetero de Alfaro y que tan bien lo interpretó Correa en los inicios de su liderazgo político. Si tiene que hacer porque el proyecto de creación de un Estado Nacional de Bienestar todavía sigue trunco. Esa es su misión histórica y nadie debe exigir a la Revolución Ciudadana más de lo que históricamente puede dar.

Dos gobiernos consecutivos de la derecha oligárquica demuestran con visos evidentes el fracaso de ese viejo modelo de país que la oligarquía en su conjunto viene proponiendo. Moreno y Lasso se sostuvieron en sus respectivos gobiernos gracias a la rémora colonial que subyace en la conciencia de las masas sufragantes y que consiste en creer que todo irá bien si “amo patrón” así lo quiere. Cuando se comprenda que la suerte de la nación depende principalmente del esfuerzo de los sectores populares, ese viejo modelo oligárquico habrá llegado a su fin. De llegar el correísmo a triunfar en las elecciones del 2025 no dudo en sostener que la oligarquía comprenderá que más vale ceder una tajada del pastel que perder todo el pastel. Nadie debe admirarse que hasta el 2025 el correisnmo vaya preparando el terreno de esa alianza inter oligárquica que vendría a ser una tabla de salvación a su naufragio histórico y que ese proceso esté encabezado por el correísmo. ¿No es acaso eso lo que una figura como la de Marcela Aguiñaga está proponiendo desde ahora?

Creo que no hay que asustarnos. Si sabemos leer la Historia esa es su lógica. Lo único que puede hacer fracasar ese proceso es que los sectores fascistas de la oligarquía se hagan del poder por medio de la fuerza e impongan el modelo colonial a sangre y fuego, cosa que veo difícil, pero no imposible.

Tarde o temprano el correísmo triunfará en el Ecuador y sus líderes están obligados a llevar las concepciones del liberalismo radical hasta las últimas consecuencias, aliándose con los sectores más sensatos de las élites, incluso, y siempre abiertos al empuje de los sectores populares porque ellos si son portadores de un nuevo modelo de país. Así funciona la dialéctica de la Historia. Es ese fatalismo que actúa para que todo cambie, menos el mismo cambio.

UN NUEVO MODELO DE NACIÓN ES NECESARIO

La ubicación histórica del correísmo les quita toda razón a las élites que acusan a Correa y a su proyecto de socialista. Son acusaciones irracionales motivadas en el fuerte rezago colonial de la mentalidad de nuestras élites y que sólo demuestran el pánico que tienen de perder la república platónica heredada de sus antepasados terratenientes y aristocráticos. Demuestra también que para ellos no existe la Historia. Están anclados en el pasado. Si bien es cierto que los socialismos del siglo XX no fueron experiencias lo suficientemente fuertes como para cambiar el régimen capitalista imperante en el mundo, no se puede ignorarlos. Ellos han marcado a sangre y fuego el curso de la Historia y los que sabemos leerla los estudiamos para corregir sus errores y avanzar en el proceso indetenible del cambio. La propuesta de un nuevo modelo de nación tiene que partir de esas experiencias si se quiere trascender el estado actual de cosas.

Un régimen liberal-radical debe llevar hasta el extremo las potencialidades de su filosofía. La experiencia de la realización individual no puede ser eliminada por decreto, porque todavía la Historia no ha encontrado un sustituto a esa aspiración. El individualismo imperante en la sociedad capitalista, que en última instancia se convierte en la base del éxito personal, no puede ser sustituido por un colectivismo idealizado que sólo existe en la mente de algunos teóricos, La propuesta socialista de matar el individualismo para preservar la individualidad es una propuesta válida pero a largo plazo y que debe ser aplicada de forma sistemática, gradual, hasta que las ventajas del colectivismo socialista se demuestren superiores al individualismo burgués., Para el socialismo, a diferencia del liberalismo, la libertad no está en relación a la realización individual del ser humano, sino a la conciencia de que el individuo es parte de un colectivo y que su realización personal es parte de una meta colectiva en la que todos estamos comprometidos. Dadas nuestras raíces ancestrales, pre colombinas, para nosotros es más fácil comprender la libertad de esta manera. No es obediencia ciega, es conciencia de que la libertad individual nada significa si todo el colectivo no es libre. Esto no se puede imponer, ni por decreto, peor por la fuerza.

Un nuevo modelo de nación debe retomar la vocación agrícola que ha caracterizado a los pueblos andino-americanos desde hace miles de años, incorporando la tecnología que haga posible una agroindustria de primer nivel.

Significa educar a las nuevas generaciones en el amor al trabajo y en el respeto a la naturaleza, eliminando la educación elitista que compartimenta a los educandos, poniendo énfasis en el desarrollo científico que desplaza al pensamiento mágico y supersticioso.

Un nuevo modelo de nación significa un vuelco total en el sistema político para lograr una democracia dinámica en la que la participación de las masas se haga por medio de una permanente movilización que sirva como mecanismo de presión para que sus gobernantes se ocupen de sus necesidades y no usen el poder para su beneficio y el de sus partidarios.

Ninguno de estos aspectos son parte del contenido ideológico-programático del progresismo correista, lo cual no quiere decir que esté en contra de la Historia. El correísmo es la izquierda posible en el Ecuador y como tal debe ser comprendido y apoyado. Que en el límite de sus posibilidades históricas haya una fuerza política que se ubique a su izquierda y se imbrique en el proceso histórico de radicalización de la tendencia, es lo que hay que fortalecer en el accionar político- Creo que esa fuerza vive en el seno del progresismo y creo también que necesita vectores que la canalicen y la desarrollen sin miedo a la confrontación ideológica a su interior. Esa confrontación es útil y necesaria. Quienes se opongan le estarán haciendo el juego a los sectores más conservadores del correísmo.

De no darse el debate ideológico en las filas del progresismo correista lejos estará de cumplir un papel histórico trascendente y se irá convirtiendo en un partido más del folklor democrático, permitiendo que unos cuantos oportunistas saque provecho de su prestigio, cosa que, como es público y notorio, ya viene sucediendo.

Ñukanchik Socialismo es una pequeña fuerza ideológica nacida del seno de la izquierda ecuatoriana y del proceso de lucha del pueblo. Plantea como un mecanismo urgente y necesario la conformación oficial de un gran FRENTE PROGRESISTA NACIONAL, en cuyo seno todas las fuerzas políticas de la auténtica izquierda ecuatoriana tengamos la oportunidad de debatir y defender nuestros puntos de vista en el objetivo final de llegar a construir in nuevo modelo de nación.

Jorge Oviedo Rueda

4 noviembre 2023

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MARCELA AGUIÑAGA: UNA REINA NECESARIA PARA LA REVOLUCION 

La generación de los años sesenta, mi generación, creció con la idea de que la revolución transformadora de la chata realidad en que vivíamos, estaba a la vuelta de la esquina. Los rebeldes barbudos que bajaron de Sierra Maestra eran la encarnación del cambio, la representación de la rebeldía de los pueblos irredentos de nuestro continente. Antes de su sacrificio luminoso el Che Guevara había dicho un discurso en Naciones Unidas que representaba las aspiraciones de nuestros esquilmados pueblos y su muerte se convirtió en el norte que la juventud latinoamericana debía seguir. Todo esto en la década de los años sesenta mientras nos enloquecía la música de los Beatles y nos maravillábamos con la filosofía de los hippies y veíamos a Neil Ángstrom pisar la luna. Todo se movía a una velocidad vertiginosa y nadie que tenía conciencia política dudaba de que en poco tiempo estaríamos festejando el triunfo de los humildes. 

Cincuenta años más tarde las cosas siguen igual. Nadie ha vuelto a tener la fuerza histórica que tuvo Fidel Castro y sus comandantes para enfrentar al imperio norteamericano. Las fuerzas del orden han prevalecido y la utopía del cambio radical de las condiciones de vida de nuestros pueblos, sigue siendo una Utopía, algo así como un lugar que no existe, que nos sirve, como decía Galeano, para tomar fuerzas y seguir caminando. 

LA UTOPIA DESARMADA 

Con el ejemplo cubano, mi generación creyó en la lucha armada como método de la revolución transformadora. En un primer momento, inclusive, llegamos a creer que todo era cuestión de irnos al monte y bajar victoriosos, pero pronto comprendimos que una revolución es un hecho extremadamente complejo en el que entran en juego fuerzas poderosas. Nadie en América Latina pudo replicar el ejemplo cubano. En esta primera ola se fracasó en Argentina, Colombia, México, Venezuela, Centro América. Se fracasó también en Bolivia con el Che a la Cabeza. Al finalizar los sesenta la lucha armada ya no era una opción. 

El triunfo de la Unidad Popular en Chile replantea la discusión de las vías para la revolución. Allende encabeza un proceso democrático que lleva a la izquierda socialista al triunfo electoral. Chile se convertirá en un sangriento laboratorio político en el que el poder mundial experimenta todas las fórmulas de la contra revolución capitalista. Veinte años más tarde del triunfo de los rebeldes cubanos, la insurrección sandinista en Nicaragua triunfa por la vía de las armas, pero para entonces el poder yanqui ha acumulado una enorme experiencia y termina ahogando ese proceso. Al iniciarse los ochenta, la utopía armada de los pueblos latinoamericanos, se encuentra desarmada, como sostuvo un renegado mexicano del que ahora nadie se acuerda. 

El derrumbe de la ex Unión Soviética parecía enterrar, de forma definitiva, a la izquierda mundial, incluida la latinoamericana. Se quedó prácticamente sin voz, replegada en la conciencia de no haber estado a la altura de los retos históricos de transformación que exigía la sociedad humana. Pocas voces aceptaron el reto de buscar nuevos caminos y revitalizar el pensamiento de izquierda. El mundo unipolar parecía ser la tumba de todas las utopías zurdas. 

EL PROGRESISMO LATINOAMERICANO 

La Historia es la memoria de los pueblos. Gracias a ella no marchamos sobre el mismo terreno porque su conocimiento nos permite aprender de los errores. A finales del siglo XX la izquierda mundial, en general, y Latinoamericana en particular, tenían el ejemplo del socialismo real para aprender y superar los errores. Para los latinoamericanos estaba claro que la opción de la lucha armada para la toma del poder ya no era posible. El Foro de Sao Paulo se crea en 1990 como una iniciativa del Partido de los Trabajadores de Lula da Silva. La socialdemocracia se junta con los partidos de concepción más radical y revolucionarios, no para “desestabilizar la democracia” como dicen los uribistas, sino para buscar alternativas a la grave situación social y económica creada por el neoliberalismo mundial. El Foro no es una mezcla, sino una unión de posiciones moderadas, más radicales y revolucionarias. En sí mismo, una estrategia a largo plazo para superar el capitalismo. 

La reacción mundial tiene muy claro cuál es el objetivo estratégico final del Foro, por eso han desatado una guerra sin cuartel contra toda manifestación progresista que asome las orejas en el continente. Lo hicieron contra Bachelet en Chile, los Khisnerst en Argentina, Zelaya, Evo, Mujica, Correa, Lula. Saben que detrás del progresismo está la opción socialista, cuyos ejemplos más altos son Cuba, Venezuela y Nicaragua. La estrategia neo imperialista es combatir, sin tregua, esta alternativa, que sin ser radical ellos la saben un eslabón necesario en el cambio revolucionario. La muy debilitada izquierda auténtica y revolucionaria también lo sabe, pero se encuentra en desventaja colosal, no sólo en relación con las fuerzas reaccionarias, sino también en relación con las propias fuerzas progresistas. 

¿EXISTE UNA IZQUIERDA AUTÉNTICA Y REVOLUCIONARIA? 

Si, claro. Es una izquierda que nada tiene que ver con el “revolucionarismo” infantil de los años sesenta, ni con el guerrerismo de las FAR o del ELN colombianos; se parece más al EZLN pero no es lo mismo. Es una izquierda que, por el momento, se circunscribe básicamente al área andina de Bolivia, Ecuador y Perú por la sencilla razón de que en estos países se encuentra la base ancestral que le hace posible. 

En el Perú y en Bolivia la vía del socialismo americano se encuentra en marcha y en el Ecuador el neo imperialismo ha decidido experimentar una alternativa brutal de penetración en el seno de las mismas fuerzas sociales aliadas del cambio y la transformación. Ese es el caso de fuerzas políticas como la de Pachakutik y las izquierdas socialdemócratas enemigas del correismo.y de falsos líderes de izquierda como Yaku Pérez Guartambel. Es una izquierda que nada tiene que ver con ese “pachamamismo” trasnochado que consciente, o inconscientemente, plantea una especie de “talibanismo” andino que podría ser de funestas consecuencias para la vida de nuestros pueblos. Si el descarnado liquidacionismo de Sol Rojo, en el Perú, fue un error histórico que derramó sangre inocente, el racismo al revés de estos pachamamistas puede ser todavía más sangriento. A largo plazo, eso mismo es lo que quieren las fuerzas de la reacción mundial. Todo el aparataje ideológico del sistema se encarga de difundir la idea de que este sector es la “nueva izquierda”, cosa que está lejos de ser verdad. No es sino un Caballo de Troya para frustrar, a largo plazo, las aspiraciones populares. 

NO HAY UN “PROGRESISMO” DE IZQUIERDA 

El progresismo es uno solo. Tiene matices, por supuesto, pero desde comienzos de este siglo es, en nuestro continente, la “izquierda posible”. Ese progresismo, a la que la derecha llama “populismo de izquierda”, es la respuesta posible a la crisis múltiple que afecta actualmente a la humanidad. En él se sintetizan dos factores que la “izquierda histórica” jamás pudo resolver: uno, el liderazgo electoral y dos. las tesis históricamente posibles de sus planteamientos. No hay un solo caso de liderazgo de izquierda que haya sido un fenómeno electoral amenazante para las élites y para el sistema y jamás sus planteamientos programáticos fueron considerados, siquiera, por las fuerzas del orden. El progresismo latinoamericano supera esas limitaciones.  

Pero es eso, nada más, progresismo, quiere decir, un paso adelante en la marcha del pueblo hacia su liberación. Al progresismo no se le puede exigir medidas radicales. Está para quitarle una tajada al pastel de las oligarquías latinoamericanas y no para quitarle todo el pastel; es una opción política de transición entre la sociedad neoliberal y el socialismo, pero es una opción que garantiza la continuidad del proceso revolucionario, de lo cual se deduce que, si se quiere avanzar, hay que estar con él y no contra él. 

La derecha difunde la idea de que hay un progresismo de izquierda. Es la tesis ideal para justificar experimentos políticos como el de Yaku Pérez Guartambel en el Ecuador. Con ello crean la ilusión de que se está avanzando en la causa popular, pero no es otra cosa que la aplicación práctica de las viejas fórmulas de penetración en las filas del movimiento popular, cuyo control dirigencial garantiza la continuidad del estado de cosas existentes. Hay un progresismo reformista que es, hoy por hoy, la izquierda posible y hay una izquierda revolucionaria llamada a garantizar la radicalización del proceso social-político iniciado por el progresismo. Lo que nos enseña la historia de la izquierda latinoamericana es que a estas alturas la socialdemocracia y la izquierda revolucionaria no pueden estar yuxtapuestas, sino que deben consolidar una firme alianza transformadora. 

Esta reflexión no es igual a la que en el año 2006 se hizo la “izquierda histórica” en el Ecuador. Toda esa izquierda creyó que podían aprovechar el huracán del liderazgo de Rafael Correa y dirigir desde atrás el proceso. ¿Qué proceso? El mismo que Correa defendía y cuya propiedad política le correspondía con indudable derecho. Esa izquierda reformista quería disputarle el reformismo a Rafael Correa, pero se dio contra la pared, primero, porque sus luces alumbraban mucho menos que las de Correa y, segundo, porque la aceptación de sus líderes era prácticamente nula en el seno del pueblo. El oportunismo, e incluso la corrupción en sus filas, fueron definitivamente desenmascaradas por Correa, hecho de enorme trascendencia porque, desde ahí, esa izquierda dejó de ocupar el lugar que le correspondía a la verdadera y auténtica izquierda revolucionaria, hasta entonces, débil y oculta tras la zarapanga de los falsos membretes de Socialismo, Comunismo y otras hierbas seudo izquierdistas. Dicho de otra forma, Correa tiene el mérito histórico de haber desbrozado la intrincada maraña de la atomizada izquierda ecuatoriana, dejando en el tinglado político las dos únicas corrientes de izquierda que pueden hacer avanzar la revolución popular: el reformismo progresista de poderosa fuerza electoral, o sea, la izquierda posible, y la izquierda revolucionaria. Se impone, entonces, preguntarnos ¿qué es esa izquierda revolucionaria? Veamos. 

¿QUE ES LA IZQUIERDA REVOLUCIONARIA? 

La que durante más de medio siglo aprendió que la toma del poder es un largo proceso de medición de fuerzas entre los sectores populares y sus vanguardias con las élites y sus aliados internacionales, confrontación que, obligatoriamente, se tiene que dar en el marco constitucional vigente, es una nueva izquierda que acepta no tener la fuerza electoral necesaria para triunfar sola, razón por la cual plantea una alianza en firme con el progresismo, sin ocultar, ni sus planteamientos, ni sus intenciones de responder revolucionariamente a las necesidades de radicalización de la lucha popular. Una nueva izquierda que fusiona el pensamiento ancestral del Sumaw Kawsay con las concepciones de lo mejor del pensamiento revolucionario de occidente. Es una izquierda abierta, autónoma, aliada pero diferente del progresismo, una izquierda que vive en él como los glóbulos rojos viven en la sangre y sin cuya presencia el progresismo no sería otra cosa que un recurso de reordenamiento del capitalismo local y global, es una izquierda ecologista y anti extractivista que plantea una nueva forma de vida, basada en la cooperación comunitaria y la prevalencia de la propiedad social sobre la propiedad privada de los medios de producción. Una izquierda de raíz americana pero que no desconoce la importancia del mestizaje y los aportes que durante quinientos años ha hecho la invasión cultural de Occidente, es una izquierda que cree en la igualdad de las razas y condena la desigualdad de las clases sociales. Es una nueva izquierda dirigida por una vanguardia político espiritual de auténticos revolucionarios y no por fichas del poder mundial cuyo ego es manipulado por sus intereses de conservación del orden secularmente establecido.  

Los enemigos de la nueva izquierda se han dado en sostener que una izquierda con esas características es una nueva utopía que no existe y no es viable, lo cual es fácilmente refutable si se observan los resultados electorales de las últimas elecciones presidenciales en el Ecuador, en la que la candidatura de Yaku Pérez Guartambel obtuvo un contundente 16 % de la votación general, estando a un milímetro de entrar al balotaje y disputar, probablemente con éxito, la presidencia de la república. ¿Cuáles fueron sus planteamientos? Precisamente los que acabamos de consignar, los de la nueva izquierda ecuatoriana y latinoamericana. 

El problema radica en que Pérez Guartambel y sus aliados, Pachakutik y esa izquierda socialdemócrata trasnochada llena de figuras prestigiosas capaces para la teorización de la realidad, pero íntegramente incapaces para la práctica política, son, casi en su totalidad, un producto fabricado en los laboratorios del poder mundial y tienen como misión remover la superficie del sistema para conservar su fondo. No sólo el voto nulo demuestra este aserto, sino la campaña de odio orquestada durante largo tiempo contra el progresismo correista. De haber triunfado Pérez Guartambel, el proceso de dominación interno e internacional se habría consolidado con la apariencia postiza de un cambio de izquierda. De haberse comprendido esta realidad, las fuerzas aliadas de esta izquierda con el progresismo habrían triunfado en las elecciones presidenciales y conformado un sólido bloque parlamentario, con lo cual, el progresismo reformista de Rafael Correa habría tenido que adaptarse a las exigencias populares o confrontarse con el pueblo, conflicto del cual, sin duda alguna, con una dirección firme y lúcida habrían salido triunfantes las fuerzas revolucionarias. Pero no sucedió así. El poder mundial ganó la primera batalla. La obligación de los nuevos revolucionarios es impedir que esas fuerzas oscuras vuelvan a triunfar. ¿Qué hacer? 

UNA REINA NECESARIA 

La última convención del Correismo acaba de elegir a Marcela Aguiñaga como directora nacional de esta tendencia. Es una dirigente valiente y extremadamente capaz. Lo ha demostrado en su ya larga gestión parlamentaria y en las múltiples batallas que el correismo ha librado en su trayectoria. Ideológicamente representa las aspiraciones de una clase media que ha tomado conciencia de sus derechos y obligaciones en la sociedad ecuatoriana. Al igual que su líder, comprende que el pastel de la prosperidad no puede ser de consumo exclusivo de las élites y sus aliados, cree que lo justo es que una de sus tajadas sea repartida con los menos favorecidos. La fraseología marxista dice que representa a una pequeña burguesía con aspiraciones. A esta dirigente, hermosa por demás, se le ha encargado la tarea de construir un partido político que sea capaz de volver al poder. Los dirigentes históricos del correismo parecen, por fin, haber comprendido algo elemental en política como es disponer de un vehículo apropiado si el objetivo es viajar a la luna. Sin partido no hay viaje, luna y peor revolución. Teniendo claro este primer punto, entonces, se impone preguntarnos ¿qué tipo de partido se tiene que construir? 

La experiencia nos dice que la construcción de un partido proletario en el Ecuador sigue siendo una traspolación errónea de las experiencias europeas, rusa principalmente. Aquí, Alianza País y la Revolución Ciudadana demostraron que para ganar unas elecciones hay que considerar a la ciudadanía como el único factor impulsor del triunfo. Desde el 2006 está negado para una izquierda auténtica especular sobre otras formas de triunfar electoralmente que no sea considerando a la ciudadanía su motor, políticamente hablando, disputando a las élites el control del Estado con sus mismas reglas. Se necesita, entonces, un partido electoralmente fuerte, capaz de competir con éxito en todas las elecciones que la actual democracia plantea.  

Esa es la misión que la Historia ha puesto en manos de Marcela Aguiñaga: construir una maquinaria electoral sólida y eficiente que recoja las aspiraciones de la clase media, media baja, los pueblos y nacionalidades indígenas y los sectores populares que, juntos, conformen una alianza clasista imparable en cuanto proceso electoral se presente. El liderazgo personal de Rafael Correa ya lo logró en su tiempo, pero ahora ya no es lo mismo, el caudillismo no es suficiente, se necesita la organización política multifuncional si de sostener el proceso de cambio se trata. No es un partido revolucionario, es un partido reformista. En él tienen que tener cabida todos los sectores sociales, por el momento los sectores medio de la ciudadanía a la cabeza, cuyo liderazgo visible son figuras como las de Rafael Correa y la propia Marcela pero que en su seno hablen y se desarrollen campesinos, obreros, trabajadores, minorías, artesanos, jóvenes, todos, todos los sectores que conforman la inmensa mayoría de ciudadanos empobrecidos y desprotegidos del Ecuador.  

Pero, y es un pero importante, ese partido, con esas características, tiene que ser capaz de hacer alianzas también con sectores políticos de la sociedad ecuatoriana que vayan de la izquierda al centro, pero cuyo eje rector debe ser la noción del cambio y la transformación. Una alianza en la que se ha fijado los objetivos a largo plazo, no puede ningunear a ninguna organización política por pequeña que fuera. Todos deben estar dentro del vehículo cuyo objetivo final es alcanzar la luna. 

Si en esa alianza está la izquierda auténtica, con las características que hemos descrito más arriba, viviendo como los glóbulos rojos en la sangre, está garantizado el triunfo futuro y nadie tiene derecho a enojarse ni a resentirse por lo que cada sector piense o plantee. El diálogo abierto y la polémica civilizada, harán que las posiciones más avanzadas, dentro de la izquierda, vayan ganando terreno. Rafael Correa, Marcela Aguiñaga, Patiño, Hernández, Rivadeneira, todos los dirigentes históricos, tienen que ponerse a tiro de las bases, para con ellas discutir los temas de la política, de la economía, de la cultura, de todo. De esta práctica irán surgiendo los nuevos líderes, no el nuevo líder, digo, los nuevos líderes que dirigirán, en un futuro cercano, los destinos del partido, del Estado y de la patria. Eso es lo que se entiende por liderazgo colectivo. Eso es lo que, en el futuro, cuando nos toque construir una nueva democracia, garantizará la salud de una nueva forma de sociedad y de vida. 

No es pequeña la tarea que Marcela Aguiñaga tiene en sus manos, pero es el reto para una reina a la que la Historia le ha puesto en un sitio clave y en un momento adecuado. Una correcta construcción del partido garantizará una correcta marcha del proceso y una correcta marcha del proceso nos llevará al triunfo, porque el presente es de lucha, el futuro socialista. 

Jorge Oviedo Rueda 

12-09-2021. 

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VERÓNICA ABAD

En voz del pueblo siempre se repite ese aforismo que afirma que hay que cuidarse más de los amigos que de los enemigos, lo que resulta, casi siempre, dolorosamente cierto.

En el amor, la traición de la amada o del amante ponen de manifiesto que la confianza en la pareja es la antesala de la traición, pero esto es en el amor, donde la flecha de Cupido trae, entre otros componentes, la confianza, que resulta ineludible cuando uno hace pucheros por su amado (a).

Pero en política no es aceptable la idea de ponernos en manos de nadie. La política exige de los líderes la necesidad de crear mecanismos para evitar que la puñalada trapera venga del mismo círculo de confianza que uno crea para dirigir a los pueblos. No hacerlo no es un error menor. La traición de Moreno ejemplifica este aserto con mayor fuerza que cualquier otro ejemplo.

Cuando en 1984 asistimos a la campaña electoral que enfrentaba una opción socialdemócrata y otra neoconservadora, tuvimos la oportunidad de ver sobre el tapete las ideas, mondas y lirondas, de ambas opciones. Borja defendió la tesis de fortalecer el Estado y Febres Cordero la empresa privada, Borja la necesidad del diálogo y los acuerdos interclasistas, Febres la represión y la violencia como método del accionar político. Lo importante es que ninguno disfrazaba sus intenciones y, cuando llegaron al poder, sus ideas se reflejaron en la conducción del Estado.

Cuarenta años han pasado desde entonces. Nunca después de esto la política nacional volvió a correr por los andariveles de la honestidad y franqueza política. Después que en la década de los noventa irrumpe el movimiento indígena como una fuerza decisoria en los destinos patrios, la puta oligarquía se da a la tarea de camuflar sus intenciones para buscar el apoyo popular. El período partidocrático no fue sino el concurso de mentiras interoligárquicas para enamorar a las masas y conquistar su apoyo, incluido los populismos irresponsables de Bucaram y Gutiérrez. El aquelarre oligárquico de repartirse la patria como si fuera un a presa, terminó cuando irrumpió la figura de Rafael Correa. Por primera vez un líder de la izquierda posible en el Ecuador comienza a llamar al pan pan, y al vino vino. La oligarquía no puede confrontar sus ideas con un líder que, sin ser ni socialista ni revolucionario, es lo suficientemente lúcido y valiente para poner orden en el caos reinante. Una década fue suficiente para demostrar que una ideología basada en los intereses populares podía construir una patria próspera y mejor. La única respuesta que se les ocurrió a las élites enanas fue el odio y el desprestigio que, desde la llegada al poder de Lenin Moreno, se fue orquestando como una campaña colosal de educación en el odio a Correa y lo que él representa.

La alianza interoligárquica de Moreno-Lasso destruyó la obra material del correísmo y ha bombardeado sin descanso la conciencia nacional para posesionar en la mente de la población la idea de que por culpa de Correa el país está en la quiebra. Pero el sol no se puede tapar con un dedo. Las elecciones seccionales catapultaron nuevamente al progresismo correista y las elecciones forzadas después de la muerte cruzada decretada por Lasso daban a la candidatura del correísmo una contundente victoria en la primera vuelta. La oligarquía nacional, con la embajada norteamericana, tenía que impedir semejante arremetida de las fuerzas progresistas y recurrieron al crimen de Fernando Villavicencio para lograrlo.  Alcanzaron su objetivo de poner en segunda vuelta a uno de sus alfiles. El favorecido fue el menos esperado, el empresario e hijo de empresario Daniel Noboa.

Este resultado no se lo esperaba ni el mismo Binomio conformado por Noboa y Abad. Comenzaron a ajustar la imagen que iban a proyectar en la segunda vuelta. La oligarquía es experta en camuflar sus ideas, pero en ocasiones se produce una fisura en su manera de pensar y se filtran, más allá de la imagen, sus verdaderas intenciones. En esta ocasión la “tonta” del paseo ha sido la candidata a la vicepresidencia de Daniel Noboa.

Verónica Abad ha sido brutalmente sincera con el credo político de su binomio empresario. Ha dicho que el Estado no tiene que ocuparse de nada que tenga que ver con el bienestar de las masas necesitadas. Educación, salud, producción, industria, agro, comercio exterior e interior, seguridad, policía, fuerzas armadas, cultura, petróleo, minería, todo, absolutamente todo, debe estar en manos del sector privado Yo creo que sólo Trump en los Estados Unidos y Febres Cordero en el Ecuador tuvieron los testículos que esta mujer tiene para expresar la esencia de su pensamiento político.

Es hora de la real confrontación ideológica, que no es otra cosa, en el fondo, que una confrontación de clases. Y la que lo propone es la candidata de las oligarquías, la candidata a la vicepresidencia de una inesperada liebre de la política nacional que detenta el apellido de uno de los más grandes empresarios del Ecuador: Noboa.

La actitud de esta mujer ha puesto en guardia a las élites ecuatorianas. Le han mandado a callar e inclusive, se sabe, está presionada a renunciar a su candidatura. ¿Por qué? Es la pregunta.

Está comprobado que el neoliberalismo empresarial no es un modelo de Estado que entusiasme a las masas. Viene fracasando desde el siglo pasado y no puede exhibir ni en el mundo, ni en la región, un ejemplo exitoso de gestión. Ha fracasado en Brasil, Chile, Argentina, Perú, Bolivia, Ecuador.  Ha triunfado por medio de la fuerza y por medio de la fuerza se ha mantenido. Las oligarquías se ven obligadas a maquillar sus ideas y para hacerlo se ven obligadas a incorporar en sus discursos las ideas del progresismo americano que, por contraste, es el que más éxito ha tenido en la región desde que a comienzos del presente siglo irrumpiera en el panorama latinoamericano. La oligarquía y las fuerzas del poder mundial tienen miedo de la confrontación ideológica porque saben que están en desventaja. Por eso le han hecho carga montón a una ingenua cargada de sinceridad ideológica que a estas alturas se atreve a poner a flote la esencia de su retrógrado pensamiento.

Luisa Gonzalez tiene que obligar a Daniel Noboa a aceptar la confrontación ideológica porque el progresismo, del cual ella es parte, es infinitamente superior al de sus contrincantes. La pelea es peleando, dice otro dicho popular, y jamás se ha visto que un gusano le pueda hacer daño a un águila. En la lucha callejera, se pueden decir muchas bascosidades, pero en la confrontación ideológica de los líderes que representan las tendencias, sólo triunfa la verdad.

Mónica Abad le ha mandado un mensaje claro y directo a su binomio: no es hora de mentir, tenemos que triunfar o perder con las ideas que nos caracterizan, no podemos triunfar con los argumentos de Rafael Correa y gobernar con las ideas del MorenoLassismo.

Aplausos para esta mujer que parece tener los ovarios más bien puestos que los cojones de muchos de los empresarios que quieren llegar al poder.por medio de la mentira, su binomio, en primer lugar.

Jorge Oviedo Rueda

4-06-2023

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RECUPERAR LA PATRIA

El camino a la desgracia nacional se inicio el día que Lenin Moreno Garcés declaró, para justificar su traición, que “no se podía llamar revolución a cualquier pendejada”. Desde ese momento la patria comenzó a transitar por el camino de la desgracia que no termina aún y que ha atravesado por cuatro dolorosas estaciones: 1.- El agresivo endeudamiento externo que ha significado el sometimiento de la economía a los designios de los organismos internacionales, 2.- el desmantelamiento del Estado de Bienestar que la Revolución ciudadana había comenzado a construir, 3.- el aumento exponencial de la inseguridad ciudadana y 4.- la entrada triunfante de la narco política en las estructuras del Estado neoliberal implantado desde la traición de Moreno.

Recuperar la Patria significa comenzar a anular estos cuatro aspectos que mantienen al borde de la muerte a la sociedad ecuatoriana. El único camino es recuperar el proyecto progresista que propuso la Revolución Ciudadana cuando, a comienzo del tercer milenio, recuperó la Patria de las fauces de la partidocracia. Hay que volver a hacer lo que ya se hizo y lo que el odio y la ambición de las élites destruyó desde la traición de ese ignorantón cuántico apellidado Moreno.

Nada es más lógico que la puta derecha le quiera avergonzar a Luisa Gonzales por recordarles que el camino de la salvación es hacer lo que ya se hizo, esto quiere decir, retomar el proyecto que ellos destruyeron. Es justamente lo que no quieren que se haga. No quieren que se renegocie la deuda externa, no quieren que se fortalezca el Estado, no quieren que se combata la corrupción de manera efectiva, no quieren que se fumigue a las mafias narco delictivas ahora enquistadas en el Estado. Luisa Gonzales sabe como hacerlo, está capacitada para hacerlo, tiene con quien hacerlo, puede hacerlo porque tiene la memoria colectiva de lo que hizo la Revolución Ciudadana cuyo líder es y seguirá siendo Rafael Correa. ¿Cuál es el problema? Luisa es su compañera de proyecto y mal puede pensar de forma diferente porque en ella no se incuba otro Lenin Moreno.

Llamamos democracia al derecho que tenemos los ciudadanos a poner a consideración de la nación nuestras propuestas de conducción política del Estado, pero toda democracia saludable incluye la ética en esa propuesta, cosa que ninguno de los rivales de Luisa tiene como ingrediente de sus aspiraciones. Todos ellos han demostrado -a lo largo de la historia lejana y reciente-, que han fracasado, de lo contrario la Patria no estaría cayendo al abismo. Unos de forma directa, como es el caso de Topic, Hervas y Noboa y otros de forma camuflada, o mejor sesgada, como es el caso de Carlos Pérez Guartambel y Fernando Villavicencio, cuyo trágico fin sólo demuestra el grado de corrupción al que han llegado las altas esferas de las élites dominantes.

Luisa es la alternativa para recuperar la Patria, esa Patria que perdimos después de la traición de Moreno, para lo cual tienen que confluir tres elementos, los líderes históricos de la Revolución Ciudadana, la ética patriótica y el pueblo simple y llano. Esto hará posible volver a tener Patria y sentará las bases de la definitiva transformación revolucionaria del Ecuador.

Los revolucionarios de ahora, así lo creemos y por ellos luchamos.

Jorge Oviedo Rueda

14-08-2023

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SOBRE LA UNIDAD

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  • Si queremos entender la esencia de la modernidad occidental tendríamos, necesariamente, que remitirnos a las raíces de lo que fue la revolución científica iniciada con Francis Bacon y René Descartes (fines del s XVI comienzos del XVII). El racionalismo de ambos filósofos está en la base de la modernidad capitalista. El método cartesiano, con su crueldad gnoseológica, siembra los pilares del desarrollo científico y tecnológico de Occidente. Crueldad porque Descarte planteó como método científico fraccionar la unidad para conocer su esencia. Con ese método hemos amado y viajado a la luna desde el siglo XVII hasta nuestros días. El resultado de aplicar el método cartesiano en estos últimos cuatro siglos es la fragmentación total de la naturaleza, del ser humano y de la sociedad. Marx, en el siglo XIX nos explicó que, esa fragmentación científica de la unidad se reflejaba en la sociedad en la existencia de clases sociales antagónicas, cuya lucha será inevitable hasta cuando desaparezca la sociedad de clases.
  • Si bien es cierto que la unidad del los fenómenos se había perdido desde el surgimiento de las sociedades clasistas, será el método cartesiano el que nos permitirá tomar conciencia de los secretos de la naturaleza, de la sociedad y del pensamiento, por medio de la segmentación de la unidad. Descartes nos enseño a descomponer para conocer. Desde entonces el método cartesiano está en la base de la civilización humana.
  • Cuando a finales del siglo XVIII las relaciones capitalistas de producción se vuelven predominantes, el método cartesiano, con los intereses del capital, se armoniza perfectamente. Descomponer la unidad se vuelve un requisito sine qua non para el capital. Lo mismo en la naturaleza, como en la sociedad o en el pensamiento si no se “destripa” la unidad no existe conocimiento. El método cartesiano se vuelve el método oficial en la academia occidental.y, desde hace más de dos siglos, se forman generaciones “científicas” en el método cartesiano.
  • El resultado es que la humanidad actual está herida de muerte. Lo vemos en el impacto que los intereses del capital, respaldados por la ciencia cartesiana, ha tenido en la naturaleza. La catástrofe ambiental parece ser irreversible y junto a ella la injusticia social adquiere tonos apocalípticos. La irracionalidad de la “razón” humana nos ha puesto al borde de una masiva extinción de la vida, no sólo de la especie humana, sino de toda la vida.
  • La única esperanza es recuperar la unidad, volverla a integrar, armar el rompecabezas que el erróneo método cartesiano elaboró en nombre de la ciencia, esa unidad que nos permite ver primero el bosque y después los árboles. No hay otro camino; pero esta verdad tiene enemigos poderosos, organizados en un poder mundial que se reparte sistemáticamente por todo el planeta y cuyo logro mayor es ideologizar y preparar a ejércitos multitudinarios de demócratas defensores de este sistema de la catástrofe. Esos millones de soldados son los obedientes y correctos ciudadanos del mundo, a los que el sistema ha convencido que defenderlo es defender la vida.
  • Recuperar la unidad tiene que ver con el poder. En una pared quiteña leí el siguiente grafiti: “Todo es poder, lo demás es cuento” que viene al caso. Ese anónimo rebelde que pergeño el grafiti sabe que el poder total está en manos de los sectores dominantes y que nada les preocupa mientras así sea. El planeta está en manos de aquellos que defienden la ciencia cartesiana, aquellos que estimulan y defienden la fragmentación de la unidad fenomenológica.
  • Hoy el mascarón de proa del poder mundial es el argumento de que ya no existe ni derecha ni izquierda, que los intereses de la humanidad están por arriba de las ideologías, con lo cual invitan a los oprimidos a cobijarse bajo su sombra protectora, logrando con eso la sensación de ausencia de conflicto. Tienen a su favor ese ejército ciego de “correctos ciudadanos” convencidos de forma secular de que defender el sistema es defender los sagrados principios de la democracia, pero nunca en la Historia de la humanidad se ha construido una sociedad equitativa. El choque de intereses antagónicos es algo inevitable en una sociedad que está dividida estructuralmente.
  • La única unidad posible y salvadora es la unidad clasista. Unidad en la diversidad de los explotados, nunca unidad entre los explotados y los explotadores. Los de arriba si han comprendido esta verdad, por eso fomentan el fraccionamiento entre los de abajo. Cuando entre los de abajo surgen líderes que promueven su unidad, son perseguidos y exterminados, no los dejan prosperar.
  • Hoy este fenómeno se hace visible a nivel de las redes sociales del internet. Hay un ejército multitudinario  de “correctos ciudadanos” que elevan su “inteligencia” para defender el sistema, sin darse cuenta que la verdadera inteligencia es denunciarlo y luchar contra él. Los que hemos roto el cerco, somos pocos todavía, pero cada vez somos más. La unidad política para disputarle el poder a quienes ahora lo ostentan, es débil todavía, pero la nueva gnoseología de la unidad está en camino.
  • Nadie podrá escapar a la dialéctica de la Historia
  • .
  • Jorge Oviedo Rueda
  • 27-07-2023
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LA PALABRA DE DIOS

Creo que en la historia de la humanidad no hay invento más eficaz que esta oración: la palabra de Dios. Con ella se le ha puesto un tapabocas a la inteligencia humana y su eficacia, no sólo ha sido sangrienta, sino que ha actuado como un soporífero poderoso para aplacar las inquietudes de la conciencia universal que siempre se vio obligada a acatar la enorme autoridad de semejante frase.

La palabra de Dios es una oración usada por el fanatismo religioso de todos los tiempos para aplastar, literalmente, cualquier atisbo de racionalidad que la inteligencia humana tuvo en medio de la oscuridad de la ignorancia. ¿Qué puede estar por arriba de la palabra de Dios? ¿Quién puede dudar de la palabra de Dios?

Cuando en el siglo XV Nicolás Copérnico se atrevió a dudar de las concepciones ptolomeicas, el peso de la palabra de Dios le obligó a retractarse y ocultar su dialéctica manera de ver el universo. Un siglo más tarde el monje Giordano Bruno fue asado en la hoguera por el poder de la palabra de Dios y, el pensamiento racional y científico, prácticamente, se estancó en su desarrollo. Inclusive la confirmación empírica del heliocentrismo copernicano por parte de Galileo Galilei a fines del siglo XVI tuvo que retractarse debido al poder de la palabra de Dios.

El poder de la palabra de Dios se impuso a sangre y fuego durante los amargos años del Tribunal de la Santa Inquisición Católica. Miles de brujas y brujos fueron torturados y asesinados en la hoguera, acusados de herejía cuando su culpa no fue otra que estar más cerca de la verdad racional. La palabra de Dios actúo como una espada flamígera en contra de la duda y el pensamiento racional.

La religión oficial implantada por Constantino II desde el concilio de Nicea usó, oficialmente en occidente, la expresión palabra de Dios como un eficaz “lecho de Procusto” en el cual se media a toda la humanidad. Ni siquiera la revolución científica iniciada con Descartes fue capaz de debilitar la fuerza de tan poderosa frase. El método cartesiano se elaboró para, finalmente, demostrar, por medio de la razón, la existencia de Dios, con lo cual toda la vida moderna se siguió construyendo bajo el influjo de su poder. Ya no fue el pensamiento mágico el que dominaba el mundo, como había sido durante toda la edad media, sino el pensamiento racional entendido como una nueva concesión del mismo Dios omnipotente y todopoderoso para entender el mundo y sus problemas. Martín Lutero acercó a Dios a los hombres, pero su autoridad siguió incólume.

Siglo de las luces se le denomina al siglo XVIII. Fue el poder de la Iglesia Católica Apostólica y Romana el que se cuestionó en esta etapa fundacional de la modernidad capitalista, pero no el de la palabra de Dios que siguió rigiendo la vida de las naciones y de las multitudes. La burguesía adoptó la palabra de Dios para aceitar la brutal explotación del trabajador asalariado, cuyos derechos fueron visibilizados por la crítica colosal de Marx al sistema capitalista de explotación. El siglo XIX y XX rodaran sobre las paralelas extendidas por Marx hacia el futuro, estando, por primera vez en la Historia, la palabra de Dios fuera de sus concepciones, pero a contracorriente, combatiendo la herencia oficial del poder absoluto del capital.

En lo que va del siglo XXI lejos está la humanidad de escapar a la incuestionable autoridad de la palabra de Dios. La maquinaria de la iglesia católica se engrasa adecuadamente cada cierto tiempo para que no se oigan los chirridos escandalosos de sus vetustos mecanismos. Si en el siglo IV fue Constantino y San Agustín y luego en el Renacimiento santo Tomás y los Borgias en el medioevo y la Santa Inquisición y los Papas ilustrados del siglo XVIII fueron los pontífices aliados del fascismo en el siglo XX y Papas virulentos contra el comunismo como Juan Pablo II los que no han hecho otra cosa que sacarle brillo a su arcaica maquinaria de retraso mental y espiritual de los pueblos.

La física cuántica a estas alturas está cerca de descifrar los misterios del microcosmos. El avance de la ciencia nos da la oportunidad de vivir en un mundo de luminosidad racional que nos está llevando a descubrir que el único Dios que existe es el mismo ser humano.  Más allá de los peligros que este formidable avance trae consigo, aquellos que vemos el futuro desprovistos de fanatismo y temores a lo desconocido, caminamos entusiastas a una nueva forma de vida y organización social, no obstante lo cual, después de miles de años, seguiremos enfrentando la aplastante autoridad de la llamada palabra de Dios. A pesar de las incuestionables evidencias del desarrollo científico y tecnológico, la palabra de Dios seguirá siendo el dique inmaterial que impide que el desarrollo espiritual de los seres humanos vaya acorde con el avance del conocimiento adquirido.

Esa lucha será, creo, la única lucha eterna.

Jorge Oviedo Rueda

05-07-2023 

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MANIFIESTO DEL FRENTE PROGRESISTA CIUDADANO

MANIFIESTO DEL FRENTE PROGRESISTA CIUDADANO

En virtud de que:


– Ecuador se encuentra sumido en una grave crisis social, económica, política, institucional y moral de dimensiones históricas.


– Que las principales instancias del Estado han caído en un preocupante

desprestigio: el sistema Judicial, legislativo y organismos de control carecen de confianza y en consecuencia, de legitimidad.


– Que no se avizora rumbo alguno que no sea la restauración conservadora a favor de la acumulación sin control de una élite económica y el consecuente agravamiento de situaciones de pobreza, falta de oportunidades e injusticia social.


– Que más allá de las políticas naturales de la derecha, que favorece al Capital como bien exclusivo de unos pocos, los últimos acontecimientos ponen en evidencia la falta de legitimidad del gobierno derechista de Guillermo Lasso por contundentes denuncias de estar involucrados en actos delincuenciales locales y transnacionales, al más alto nivel.

Por estas y otras razones, aprovechando un contexto de clara tendencia progresista nacional, reflejado en el último proceso electoral, se vuelve imperiosa la necesidad de aglutinar un gran FRENTE PROGRESISTA, alrededor de temas coincidentes. 

En respuesta a la urgencia que la situación exige, convocamos a: líderes sociales, movimientos nacionales y locales, analistas, comentaristas, librepensadores y ciudadanía en general, a sumarse a esta iniciativa que busca priorizar coincidencias alrededor de un concepto de ciudadanía responsable, activa, con clara postura de cambio, con el propósito de plantear alternativas para una salida digna de una crisis social, económica y política que agobia al país.

Invitamos a despojarse de agendas políticas particulares y fanatismos para construir un gran conglomerado de pensamiento Progresista, que pueda enfrentar a una tendencia con fuerte conciencia de clase y sostenida por eficaces poderes fácticos que difunden el miedo, la desesperanza y el conformismo y que, al no encontrar un contrapeso fuerte y unido del otro lado para combatirla frontalmente, amenaza con adueñarse del poder político indefinidamente, acarreando consecuencias que podrían ser de difícil reversión.

Razones por las cuales exhortamos a los dos líderes más visibles de las tendencias progresista y popular, el economista Rafael Correa y el ingeniero Leonidas Iza, sean ellos los que, de inmediato; convoquen a la conformación del gran FRENTE PROGRESISTA NACIONAL, iniciativa que serviría para afrontar con éxito los difíciles momentos por los que atravesamos, con la seguridad de que esta iniciativa progresista-popular contará con el apoyo leal y contundente de las grandes mayorías ciudadanas y de este colectivo que sólo tiene en mira los altos intereses de la Patria.

P:D: Si ud está de acuerdo y desea apoyar / respaldar al presente manifiesto por favor agregue sus datos al final de la lista.

RESPALDO AL MANIFIESTO DEL FRENTE PROGRESISTA CIUDADANO

NOMBRE
Geovani Barragán  
Jorge Oviedo Rueda
Patricia Galarza Loza
Ernesto Pazmiño Granizo
María Dolores Roura Ney Mancheno Dueñas
Atahualpa Rueda Camacho
Reynaldo EspinosadlM Aldás
Felipe Vega de la Cuadra
Zaid Corrales El Fil
Mayita Acosta
Soledad Cueva
Jorge Saavedra
Berenice Polit
Verónica Hidalgo
Julio Recalde
Pa Vichz
Michita Remache
Xavier Bueno Ayala
Astrid Ruilova
Alexis Ponce
Milalva Wilches
Jeanneth Martínez
Nelson Dávila
Lucrecia Maldonado
Alexandra Moscoso
Sonia Palacios Crespo
Kaisser Machuca Bravo
Alberto Vicuña
Cecilia Venegas
Bety Saltos Calvache
Frank Ramirez
Jaime León Feijó
 
 
 
 
 
 
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HOMBRES DE CREACIÓN

Cuando Josè Martì hacìa los preparativos para desatar la guerra definitiva contra el colonialismo español, se encontró con Eloy Alfaro en Centro América. Escuchò un plan de liberación que El Viejo Luchador le propuso y, aunque no lo aprobó porque demandaba màs tiempo del que la urgencia liberadora exigía, comentó que Alfaro era “uno de los pocos americanos de creación que había conocido”. Marchò a la gesta libertaria hasta que una bala española le atravesó el corazón.

Esa virtud que Martì viò en Alfaro me parece se ha perdido o, por lo menos, se ha vuelto extremadamente rara, en nuestro tiempo. Me pregunto por què ser hombre de creación resulta ahora tan difícil

El desarrollo tecnológico es una de las aristas que explica esta situación. Como que los algoritmos nos tienen atrapados y todos nuestros movimientos parecen programados. No lo digo de forma absoluta, pero Matrix condiciona nuestra conducta.

La Academia es otra de las aristas. Nos enseña como debemos conducirnos al convertir a la autoridad de la ciencia en una deidad inapelable. Nada que esté fuera de sus edificios son alberges apropiados para que las ideas diferentes y la duda vivan en ellos. El que cuestiona, duda o propone algo nuevo, casi nunca alcanza a pasar por los filtros de la certeza académica.

Otra arista es la tradición, esa maldita costumbre de no querer salir de nuestra zona de confort. No importa que estemos asistiendo al derrumbe del mundo, mientras el polvo de la destrucción no llegue a la puerta de nuestra comodidad, no movemos un dedo para impedirlo. Un iceberg de màs de 1500 kilómetros cuadrados se acaba de desprender de la Antàrtida, pero que nos importa, estamos felices en nuestra zona de confort.

La cobardìa intelectual es otra arista que explica este mal. He descubierto como se puede impulsar un vehículo con agua y no con gasolina, pero prefiero guardar el secreto porque si no las poderosas fuerzas que mueven el mundo me pueden aniquilar. La cobardìa no siempre es del autor, los cobardes son los gobiernos articulados a la cadena del poder mundial que prefiere la destrucción del planeta  a la afectación de sus intereses.

Ser hombres de creación es tener la capacidad de desarrollar dos cualidades que han ido desapareciendo en la medida que la nociòn de este progreso que defendemos se ha ido desarrollando: la intuición y la imaginación.

La mediocridad que aqueja a nuestro medio se debe en gran medida a la ausencia de estas dos virtudes. Nadie crea, casi todos se defienden copiando, vistiéndole con otros trapos a la criatura que ya ha sido concebida. Sucede en la literatura, en el teatro y, sobre todo, en las artes plásticas y visuales.

¿Quièn en el Ecuador, en los últimos cincuenta años, se ha atrevido a caminar por senderos desconocidos, lo mismo en la literatura, el teatro, el cuento, la novela? ¿Alguien que rompa esquemas como sucedió con la generación del treinta o mejor con un adelantado como Pablo Palacios? Tal vez alguien me corrija, pero esa misma trascendencia no hemos vuelto a tenerla después de esos fenómenos y de la insurgencia tzànsica de los años 60. Hoy por hoy, ningún viento agita la calma chicha en que ha caído nuestra cultura.

En las artes visuales como la fotografía y el cine hay algunos experimentos interesantes, más importantes mientras màs esfuerzo hacen sus protagonistas por descifrar los secretos de nuestra idiosincrasia, mientras màs se empeñan en universalizar la esencia ecuatoriana. Pocos, muy pocos, que podemos contarlos con los dedos de una mano.

Lo curioso es que hay una nueva generación que se ha lanzado al tobogán de la experimentación a través de las redes sociales. Se están saliendo de los esquemas, están desbrozando caminos, están comenzando a confiar màs en su imaginación y en su intuición que en las fórmulas pre establecidas.

Es una generación nueva, llamada a remover la quietud estéril de nuestras artes. Son tiktokeros del sur y del norte, influencer principiantes, aventureros de la cámara, pájaros atrevidos de los drones voladores, clarividentes del tiempo futuro destinados a conquistar la gloria.

He visto cosas interesantes de un señor Raúl Pillajo y buenísimas de Hamilton Monar. Un cortometraje animado de este último, titulado Niño Caníbal, está hecho para ponernos a pensar.

Esta juventud es la que trae en sus mochilas la esperanza de mejores tiempos para nuestras artes, son los “hombres de creación” de los que hablaba Martí.

Jorge Oviedo Rueda

02-02-2023

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¡HOLA SIMON!

Viejo amigo, uno de los primeros que conocí en mí vida. Por mucho que leo y releo lo que has escrito, nunca he dejado de admirarte, por el contrario, cada día crece más mi admiración y respeto por ti.

¡Viejo amigo! Cuando yo era un inquieto estudiante del Vicente Rocafuerte en Guayaquil, un revoltoso compañero de estudio, más leído e instruido que yo, un día nos presentó en la desierta sala de la biblioteca colegial. ¿Te acuerdas? Este es Simón, me dijo, poniendo en mis manos un poema de tu autoría, que aparte de impactarme, desde entonces me puso a soñar con la libertad de nuestros pueblos:

Yo venía envuelto en el manto de Iris,

desde donde paga su tributo el caudaloso Orinoco

al Dios de las aguas… quise subir al atalaya del Universo.

Busqué las huellas de La Condamine y de Humboldt;

seguílas audaz, nada me detuvo; llegué a la región glacial…

Ninguna planta humana había hollado la corona diamantina

que pusieron las manos de la Eternidad

sobre las sienes excelsas del dominador de los Andes.

¿Te acuerdas, Simón? Siempre consideré que por arriba de cualquier otra cosa tu eras poeta, porque nadie que no lo fuera se podía plantear las empresas que tu te planteaste. Después de leer tu poema a mi se me ocurrió la loca idea de escribir también un poema, pero esta vez ya no como un delirio, ni como un diálogo entre tu y el tiempo, como se le ocurrió después a un amigo mío al que tu no conociste. Yo, pequeño principiante de las letras, escribí un poema inspirado en tus versos y en los de Medardo que comenzaba así:

Girones de neblina cubríanle los flancos

Al majestuoso monte de los cabellos blancos…

en el que imaginaba un diálogo entre tu y el Chimborazo y que se me ha perdido en la vorágine de la vida, sin otro testimonio que la mala memoria de un familiar al que le di a conocer llevado por la emoción de haberlo podido escribir. Quizás tu lo recuerdes allá en la lejana región de las estrellas.

¡Cuánto tiempo ha pasado desde tu delirio, amigo! Tu pequeño cuerpo doblegó el rigor de los Andes, fuiste más grande que Aníbal, Alejandro Magno y Napoleón, les diste la libertad a cinco naciones y amaste a mujeres únicas como Manuela. Yo que soy del alfabeto la letra x, la más desconocida, nunca he dejado de estar a tu lado y seguir tus enseñanzas. Pocos en América te han hecho caso, pero todos han hecho Historia.

Grande por donde se te mire, Simón; pero de todas tus grandezas la que más admiro es la de tu poesía y ensoñación. Sólo tu podías ver el futuro, como un atalaya parado sobre los hombros de la humanidad, como todo poeta que tiene incorporado en su sangre los genes de la intuición, porque sólo así se es capaz de ver doscientos años después.

La poesía te inspiró el Congreso Anfictiónico de Panamá en el que no querías que estuvieran los Estados Unidos de Norteamérica porque “son los peores y los más fuertes al mismo tiempo” y porque parecían “destinados por la Providencia para plagar la América de miseria a nombre de la libertad.” Lo que tu soñaste, Simón, todavía no se cumple. Por eso sigues presente y sigo pensando que un día vendrás y que te estaré esperando para celebrar la segunda victoria de América, del Nuevo Mundo, como te gustaba llamarla.

Hoy en las cinco naciones que liberó tu espada muchas madres les han puesto a sus hijos tu nombre. Yo, si hubiera tenido uno, también se lo hubiera puesto. Unos lo llevan con honor, otros lo pisotean en el fango.

Así es la vida, viejo amigo. Aquí te sigo esperando.

Jorge Oviedo Rueda

22-08-2022.

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ESO DE SER PUEBLO

ESO DE SER PUEBLO

La categoría pueblo es difícil de definirla, es más, estrictamente no existe. No hay parámetros que la encasillen, ni culturales, ni económicos y quizás tampoco de sicología social. En política se la usa y se abusa de ese concepto que, por ser tan indefinido, se presta para la manipulación de las ideologías de derecha, de centro y de izquierda.

El marxismo define con precisión qué es una clase social, pero en sociedades como la nuestra, que nunca han logrado crear una base industrial poderosa, el concepto de clase social ha sido, en gran medida, suplantado por el de pueblo, entendiéndolo, desde la izquierda, como esa parte de la sociedad que necesita liberarse de sus opresores. La izquierda “boba” nunca entendió esta particularidad de nuestra historia y, hasta hoy, sigue soñando con el surgimiento del proletariado industrial para la liberación. Nuestra historia nos demuestra que otro ha sido el dinamismo de la lucha de clases en nuestros países.

El concepto pueblo es inmenso como un océano. En él cabe, como he dicho, el centro, la derecha y la izquierda. Está hecho de una materia cauchosa que es capaz de estirarse y encogerse de acuerdo a las conveniencias políticas. Populismo de izquierda y populismo de derecha son engendros surgidos del su seno y, de forma más preocupante todavía, hasta el mismo autoritarismo fascista de derecha se apoya en él. Pueblo es, entonces, una arcilla dúctil que sirve a cualquier necesidad política de dominación.

Pero cuando se trata de la liberación de la sociedad hay que darle concreción al concepto pueblo. Para Ñukanchik Socialismo pueblo es ese sector de la masa que ha tomado conciencia del estado de esclavitud en el que vive y de la necesidad de su liberación, con lo cual nos ubicamos en el terreno de la realidad objetiva. Podemos tener una masa electoral abrumadora, pero esos cientos, miles o millones de votos no constituyen estrictamente el pueblo en el sentido en que nosotros lo entendemos. Pueblo es ese sector que, dentro de este conjunto, ha tomado conciencia de que la lucha no es contra tal o cual persona, sino contra el sistema que nos oprime. Eso es para nosotros pueblo. Rafael Correa y la Revolución Ciudadana son el océano, pero si no entienden esto, no son, ni nunca llegarán a ser pueblo.

Este pueblo es en si mismo una nueva humanidad. Tiene gustos, costumbres, formas de organización y de producción diferentes a los de sus opresores. Su lucha es por cambiar las formas de vida. Para este pueblo de nada sirve cambiar a los opresores malos por unos menos malos, él quiere eliminarlos. En el siglo XX se creyó en la vía radical de la toma del poder por medio de las armas. Se lo hizo en China, en la Rusia zarista y en la Cuba latinoamericana. Hoy ese pueblo juega la carta de luchar con las mismas armas de sus enemigos. Para ganar unas elecciones sirve el concepto de pueblo-océano, para alcanzar el poder el de pueblo-consciente. Los representantes de ambas posiciones son necesarios y complementarios en la actual lucha política. Una reina deslumbrante que encarne la imagen de la burguesía en su figura para enamorar a las masas como Marcela Aguiñaga es necesaria, pero junto a ella tiene que haber cuadros discretos de clara mentalidad revolucionaria que sean capaces de ir tejiendo la red de la transformación irreversible de la sociedad. Sin esta dualidad a la que Ñukanchik llama vanguardia político-espiritual, no habrá nunca transformación. El proceso progresista en Ecuador y América Latina será nada más que caudillismo y un cruel mecanismo de reforzamiento del sistema opresor.

Ese pueblo-humanidad, es el verdadero protagonista de la Historia. A él hay que conducirlo y hacerle caso.

Jorge Oviedo Rueda

10-08-2022

6Amalia Elizabeth Oviedo Rodríguez, Milalva Wilches y 4 personas más

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SEÑOR PRESIDENTE

Déjeme contarle una anécdota cuyo protagonista fue ese americano gigante que se llamó José Martí ¿lo conoce?, cubano, poeta, héroe de la independencia de su patria y visionario precursor del antinorteamericanismo en nuestro continente. Dicen que las plantas de sus zapatos tenían sendos huecos y no se compraba otros porque no tenía dinero. Cuando alguien cercano a él le dijo que podía coger de las contribuciones de sus compatriotas unos cuantos pesos, respondió que esos eran dineros sagrados de la Patria y que por nada del mundo se podía tocar un centavo. Eso era patriotismo y honestidad.

Juan Montalvo ¿lo conoce?, ese león ambateño que supo ponerle bozal al Santo del Patíbulo, prefería lavar y planchar mil veces el mismo traje que gastarse el dinero que estaba destinado para la causa liberal. Eso era honestidad.

Benito Juárez ¿lo conoce?, el presidente indio del hermano pueblo de México, que ordenó el fusilamiento de un aristócrata europeo que pretendía restaurar la monarquía en Nuestra América, dignificó la pobreza con la grandeza de su talento. Eso se llama dignidad y honestidad.

Eloy Alfaro, el Viejo Luchador ¿lo conoce?, cuantas veces tuvo que pedir prestado dinero para atender las necesidades de su familia, pero nunca jamás sus feroces enemigos pudieron acusarle de deshonesto. Eso se llama dignidad.

Zapata en México, Sandino en Nicaragua, asesinados por el poder norteamericano ¿los conoce?, lucharon por su patria, sin robar ni un sólo centavo de la sagrada causa de la libertad. Eso se llama heroísmo.

El Tio Ho ¿lo conoce?, en Viet Nam, se enfrentó a la nación más poderosa del mundo y cuando murió sólo tenía las pertenencias de un humilde maestro de escuela. Eso se llama fortaleza.

Hoy mismo, un mandatario como José Mujica ¿lo conoce?, aconseja con palabras de fuego que, si a un ser humano le gusta el dinero, debe dedicarse a los negocios y no a la política, eso se llama sinceridad.

Usted, señor, ¡qué lejos está de estas virtudes! Usted es deshonesto, pusilánime, mentiroso, evasor, millonario y antipatriota, prefiere tener su fortuna lejos de la patria y no sabe otra cosa que negociar con ventaja para usted, sin importarle para nada el prójimo. Usted tiene todas las virtudes de un fenicio o un judío metalizados, usted es un mercachifle capaz de vender a su misma madre si eso le deja réditos.

Si esas son sus virtudes ¿de dónde sacó que puede dirigir con éxito una nación, tanto peor una como la nuestra, crucificada por su clase social desde la misma fundación de la república? Dígame, ¿con qué moral nos gobierna?

Como ciudadano consciente de este país no le pido que de un paso al costado, ni que renuncie, ni que rectifique su conducta política, porque sería como hablar con la pared. Le digo que estaré junto a la rebeldía e indignación del pueblo ecuatoriano, cuando dentro de poco salga a las calles a poner las cosas en su lugar, a ponerle a usted junto a esos mandatarios basura que tiene nuestra Historia como Mahuad, Gutiérrez, Bucaram, Moreno y tantos otros aventureros que han pasado por Carondelet.

Ahí estaré, señor, se lo aseguro.

Ñukanchik Socialismo

Jorge M. Oviedo Rueda

11-04-2022

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