Déjeme contarle una anécdota cuyo protagonista fue ese americano gigante que se llamó José Martí ¿lo conoce?, cubano, poeta, héroe de la independencia de su patria y visionario precursor del antinorteamericanismo en nuestro continente. Dicen que las plantas de sus zapatos tenían sendos huecos y no se compraba otros porque no tenía dinero. Cuando alguien cercano a él le dijo que podía coger de las contribuciones de sus compatriotas unos cuantos pesos, respondió que esos eran dineros sagrados de la Patria y que por nada del mundo se podía tocar un centavo. Eso era patriotismo y honestidad.

Juan Montalvo ¿lo conoce?, ese león ambateño que supo ponerle bozal al Santo del Patíbulo, prefería lavar y planchar mil veces el mismo traje que gastarse el dinero que estaba destinado para la causa liberal. Eso era honestidad.
Benito Juárez ¿lo conoce?, el presidente indio del hermano pueblo de México, que ordenó el fusilamiento de un aristócrata europeo que pretendía restaurar la monarquía en Nuestra América, dignificó la pobreza con la grandeza de su talento. Eso se llama dignidad y honestidad.
Eloy Alfaro, el Viejo Luchador ¿lo conoce?, cuantas veces tuvo que pedir prestado dinero para atender las necesidades de su familia, pero nunca jamás sus feroces enemigos pudieron acusarle de deshonesto. Eso se llama dignidad.
Zapata en México, Sandino en Nicaragua, asesinados por el poder norteamericano ¿los conoce?, lucharon por su patria, sin robar ni un sólo centavo de la sagrada causa de la libertad. Eso se llama heroísmo.
El Tio Ho ¿lo conoce?, en Viet Nam, se enfrentó a la nación más poderosa del mundo y cuando murió sólo tenía las pertenencias de un humilde maestro de escuela. Eso se llama fortaleza.
Hoy mismo, un mandatario como José Mujica ¿lo conoce?, aconseja con palabras de fuego que, si a un ser humano le gusta el dinero, debe dedicarse a los negocios y no a la política, eso se llama sinceridad.
Usted, señor, ¡qué lejos está de estas virtudes! Usted es deshonesto, pusilánime, mentiroso, evasor, millonario y antipatriota, prefiere tener su fortuna lejos de la patria y no sabe otra cosa que negociar con ventaja para usted, sin importarle para nada el prójimo. Usted tiene todas las virtudes de un fenicio o un judío metalizados, usted es un mercachifle capaz de vender a su misma madre si eso le deja réditos.
Si esas son sus virtudes ¿de dónde sacó que puede dirigir con éxito una nación, tanto peor una como la nuestra, crucificada por su clase social desde la misma fundación de la república? Dígame, ¿con qué moral nos gobierna?
Como ciudadano consciente de este país no le pido que de un paso al costado, ni que renuncie, ni que rectifique su conducta política, porque sería como hablar con la pared. Le digo que estaré junto a la rebeldía e indignación del pueblo ecuatoriano, cuando dentro de poco salga a las calles a poner las cosas en su lugar, a ponerle a usted junto a esos mandatarios basura que tiene nuestra Historia como Mahuad, Gutiérrez, Bucaram, Moreno y tantos otros aventureros que han pasado por Carondelet.
Ahí estaré, señor, se lo aseguro.
Ñukanchik Socialismo
Jorge M. Oviedo Rueda
11-04-2022
Le falto mencionar a Rafael Correone, mafioso del Ecuador no entre los heroes sino entre los que habia sacar del poder.
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