La Historia nos enseña que las sociedades humanas se han estructurado siempre alrededor de élites. La aspiración de que no sea así no es real porque todavía no están creadas las condiciones históricas para que sea posible.
Sociedades despóticas como las mesopotámicas o las precolombinas en América, o en Asia o en Egipto se construyeron alrededor de élites que se decían designadas por Dios para gobernar; igual las sociedades clásicas de occidente. Durante el medioevo se perfeccionó la doctrina del “derecho divino” y las élites monárquicas dominaron el mundo.
La revolución francesa guillotina ese derecho y siembra, con profundas raíces, el derecho de las élites burguesas a gobernar la sociedad. A doscientos años de esa siembra la élite burguesa está en decadencia.
El Socialismo del siglo XX fracasó porque a la élite “proletaria” le faltó la espiritualidad que hace falta para conducir a las masas. No se puede construir sólo un mundo material, sin que su estructura no sea amasada también con la espiritualidad inherente al ser humano.
Hoy es necesario el surgimiento de una vanguardia político-espiritual que conjugue ambos elementos.
Si es política tiene que encaminar su acción a satisfacer las necesidades materiales de las masas irredentas y no los privilegios de nadie.
Si es espiritual tiene que saber que el ser humano tiene la misión histórica de acercarse al conocimiento, no como individuo, sino como colectivo.
A través de la Historia han surgido vanguardias políticas, o bien materiales o bien espirituales.
El pensamiento ancestral andino, fusionado con lo mejor de la teoría revolucionaria de Occidente, dará lugar al surgimiento de esa nueva y necesaria vanguardia político-espiritual que cambiará la cloaca actual en que vivimos.
Y esa vanguardia político- espiritual es el Ñucanchi Socialismo!!!!!
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Puede ser, por lo menos hasta ahora nadie plantea nada nuevo.
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Se podría crear una «elite politíco-espiritual» o como quiera llamarse para guiar ideologicamente a un pueblo, esto es perfectamente legítimo, lo que nunca estaré de acuerdo es que esa élite tome el poder porque eso no constituye ningún cambio revolucionario, porque como dice Jorge Oviedo siempre ha sido así.
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