Este realismo nada tiene que ver con el realismo socialista de la ex Unión Soviética, este es el socialismo real (¿o real socialismo?) del siglo XXI, sazonado, condimentado y servido por la mundialmente famosa Revolución Ciudadana.
El mismo libreto de toda nuestra historia: cae el precio del cacao, o del banano, o del petróleo, se recorta el presupuesto, se restringe el gasto público o se recurre al endeudamiento externo. Al final, el único que carga con los platos rotos, es el pueblo.
¿Hasta cuándo, señor gobierno? Correa puso en el mercado financiero cerca de dos mil millones de dólares en bonos con una tasa de interés superior al 8% para cubrir un hueco fiscal cercano a los cinco mil millones de dólares, hoy recorta del presupuesto general mil cuatrocientos veinte millones. Un déficit cercano a los siete mil millones le está haciendo bajar a Mashi Rafael de la nube rosada en que ha vivido estos ocho años. Si se considera que se calculó un barril de ochenta dólares no vemos, los ecuatorianos de a pie, una luz al final del túnel.
El viaje de Correa a China tiene como objetivo principal rogar a ese país que mantengan el precio del barril, porque de lo contrario tendríamos que poner el doble del petróleo de nuestras reservas para garantizar los préstamos. Si esto no se logra, volveremos de rodillas al FMI, adornados, ahora, con el discurso revolucionario.
Jorge Glas seguirá mintiendo sobre el cambio de la matriz productiva, Rafael Correa insistiendo que esto es una revolución.
Esta famosa revolución ha invertido en todo, pero poco ha hecho para crear trabajo. La crisis hará crecer el sector informal. El pueblo sabe que tiene que luchar para defenderse, Correa que tiene que reprimirlo. Por eso le ha declarado, desde ya, la guerra a la CONAIE.
JORGE OVIEDO RUEDA
Publicado en:
La Hora, 7, enero, 2015, Quito