No me cabe duda que Mashi Rafael confunde gimnasia con magnesia, no de otra forma se entiende que haya ofendido a una dama guayaquileña por el color de sus ojos y su rimbombante apellido extranjero. Eso, señor presidente, no se puede hacer en un medio como el nuestro, que desde la colonia ha identificado clase social con raza.
¿No se ha dado cuenta, señor, que en el Ecuador, las personas se clasifican por el color de sus ojos y los autos que manejan? ¿No ha percibido, que si un indio maneja un Mercedes Benz, en la conciencia de la gente sigue siendo indio y, además, atrevido, por usar un vehículo de blancos? ¿No ha comprendido, señor, que la calidad de las personas está relacionada directamente con el color de su piel?
Usted no percibe esos detalles, señor, porque está anclado a una visión liberal-confesional de la vida, según la cual, la divina Providencia hizo así las cosas y nunca podrán ser de otra manera.
Pero déjeme decirle que en usted hay un rasgo de insólita audacia. Con frecuencia veo que desde su visión critica los fundamentos de nuestra estructura social. Permítame decirle que eso es imposible mientras usted no cambie de ideología, mientras no se suicide como clase. Por eso a usted, a sus adláteres, a sus boys, así como a los periodistas que desde su misma orilla le critican, les sonará postizo el discurso porque seguirá siendo el discurso de la dominación que ahora habla a nombre del pueblo.
Esos males no se arreglan con discursos, señor. Tienen que ver con la naturaleza de la sociedad. En el marco de una sociedad de privilegios, los ojos azules se seguirán imponiendo; en el marco de la sociedad plural del Sumak Kawsay Revolucionario, pasarán desapercibidos.
Pero para eso, señor, primero hay que hacer la revolución.
JORGE OVIEDO RUEDA
Publicado en:
La Hora, 10, diciembre, 2014, Quito.