¡Cuánta polvareda ha levantado la decisión del régimen de pedirle la casa a la CONAIE! Y que esperábamos. ¿Qué nos hubiera ofrecido otra, más funcional y más hermosa? Nada de eso, señores opositores de izquierda. Correa es enemigo del pueblo y usa su discurso para, por medio del engaño, neutralizarlo.
La oposición revolucionaria lo sabe y asume el reto, alzando la cabeza con dignidad y sin ese hipócrita discurso de aconsejarle al presidente. Eso hace esa oposición nostálgica que, habiendo estado tan cerca del poder, ahora está tan lejos. No la embarres, Rafael le dicen-, tienes que hacer las cosas como nosotros te decimos.
El desalojo de la CONAIE es una declaración de guerra, que va más allá del racismo. Es un gesto de la nueva clase dominante que advierte la decisión que tiene de neutralizar al pueblo a sangre y fuego. Correa sabe que en la CONAIE se concentra la nitroglicerina de la conciencia popular, a pesar de sus contradicciones. Hoy hay que herirla de muerte, porque vienen tiempos difíciles y al pueblo hay que taparle la boca, piensa el régimen. Eso ve la izquierda reformista desde afuera y como solución política plantea una gran alianza del centro a la izquierda, como siempre, sin imaginación, ni heroísmo alguno.
Esas fórmulas naufragaron en los brazos de Correa, ya no son válidas. A la izquierda de Correa sólo puede estar una izquierda revolucionaria, conceptual y orgánicamente sólida, capaz de afrontar con éxito la represión fascista que se anuncia con actos cobardes como el asalto a la Casa de Barro.
Construir esa oposición es la tarea, no aconsejarle al Presidente que haga bien las cosas. Las cosas sólo las hará bien el pueblo. Después de doscientos años de dominio oligárquico, está llegando la hora.
JORGE OVIEDO RUEDA
Publicado en:
La Hora, 17, diciembre,2014, Quito