La última marcha de los movimientos sociales opuestos al régimen puso en evidencia, una vez más, que el gobierno carece de respaldo popular. En el Ecuador se está realizando el milagro de una revolución sin pueblo.
Lo grave de esta situación no consiste en el debilitamiento de las fuerzas correistas que, al fin y al cabo, después de ocho años comienzan a mostrar su verdadero rostro, sino en la debilidad política de la alternativa popular. Otra vez el rio se va represando, pero no se están creando las condiciones para canalizar el desfogue cuando llegue el momento.
Lo reprochable es que no es esta la primera vez, ni puede decirse que el movimiento popular está en pañales. Ya pasó cuando Mahuad, cuando Bucaram, cuando Gutiérrez y, también, cuando Correa: la fuerza popular sólo sirvió para que el centro político y el peligroso reformismo se hagan del poder.
Nada nos hace pensar que se prepara políticamente la alternativa. La izquierda stalinista, representada en las posiciones emepedistas, carece de imaginación y fuerza para oponerse a Correa; el movimiento sindical conserva líderes que limitan su potencial; el movimiento indígena se enconcha en sí mismo sin poder eclosionar a una representación nacional y el movimiento barrial de las grandes ciudades sigue en manos de los populismo de izquierda y de derecha.
Avanza la crisis política del reformismo correista y las fuerzas populares no dan pie con bola. Las denuncias de corrupción y otras batallas menores se las debe dejar al centro y a la derecha que tienen dinero, tiempo y plumíferos que pueden hacerlo. Hoy se trata de tejer la red de la oposición popular para que el pueblo, cuando llegue el momento, no se vea obligado a caer en manos de la derecha o de saltar al vacío.
JORGE OVIEDO RUEDA
Publicado en:
La Hora, 24/septiembre/2014, Quito.