¿Se juega en Brasil el destino de América Latina?, ¿la suerte del Mercosur y los planes de integración?, ¿el proyecto económico de Lula y Dilma?, ¿el fortalecimiento del Consejo Sudamericano de Defensa? Se supone que todo esto está bajo amenaza de triunfar, en las próximas elecciones, la candidata neoliberal y pro norteamericana Marina Silva.

Brasil es una de las fichas duras en la construcción de una nueva hegemonía a nivel mundial. Pieza fundamental en el bloque de las llamadas naciones emergentes (BRICS) que, en proyección, tratan de cambiar el mapa político del mundo.

¿Será esa nueva hegemonía un cambio real para los intereses de la humanidad? La historia nos demuestra que no. España, Inglaterra, Estados Unidos se han turnado en el dominio del mundo, jamás ninguno de ellos ha sido capaz de crear un orden justo entre las naciones, por el contrario, su poder es la única razón de la injusticia que ahora prevalece. Lo que resulta ahora novedoso es que la hegemonía mundial de los Estados Unidos está en franca decadencia.

El proceso de globalización se caracteriza por el dominio del capitalismo financiero. Ese capital es el que está detrás del surgimiento de las BRICS. Habrá luz verde para que el proceso avance si economías como la china, la rusa o la brasileña aceptan la sumisión a sus intereses.

Si gana Marina en el Brasil, ¿se pone en peligro el proyecto “progresista” de Dilma? Nada de eso, el capital financiero juega a dos puntas. Cambiará el ritmo y la intensidad de las medidas, el estilo, si queremos, pero la carta de una nueva hegemonía manejada por el capital financiero seguirá su curso.

Países pequeños como el Ecuador pueden frenar ese proceso, pero para eso se necesita primero tener una dignidad revolucionaria a toda prueba.

JORGE OVIEDO RUEDA

Publicado en:

La Hora, 17 /septiembre/2014, Quito