Por esas cosas de la vida a mis manos ha llegado un documento que describe los propósitos que un grupo de mujeres se han hecho para reconocer su identidad y valorarse como nativas de esta tierra.
Nada tienen que ver con esa visión folklórica y superficial que la pelucolandia progresista de esta época anda difundiendo por ahí bajo el membrete del Buen Vivir. Hay en ellas una actitud auténtica que les vincula a la esencia del pensamiento ancestral.
Lo curioso es que Mujeres de Luna no es un movimiento indigenista, ni nada tiene que ver con ese pachamamismo absurdo que plantea regresar a los orígenes. Son mujeres mestizas que sienten la urgencia de buscar su centro.
Reconocen la importancia de la herencia americana que, en un proceso continuo de generaciones sucesivas, ha devenido en una nueva realidad, la realidad mestiza. Declaran su admiración y respeto por los pueblos y nacionalidades indígenas y señalan que en la unidad está inmersa la diversidad.
Demuestran concebir un feminismo equilibrado que condena al patriarcalismo y rescata el justo papel de la mujer en la historia de la humanidad. Queremos honrar a las abuelas, dicen, a las madres, a las hijas y a las nietas portadoras de vida y del poder femenino.
Su método de despertar la memoria es el canto. Dicen haber recopilado más de cuatrocientos a la luna, a la tierra, al agua, al fuego, al poder, cantos maravillosos de nuestros ancestros americanos y europeos que configuran nuestra esencia mestiza.
No las conozco, ni sé quiénes son, pero se que están en lo correcto. Sus concepciones las ligan al auténtico Sumak Kawsay. Cantando me parece que van construyendo el futuro:
Desde el centro de este fuego
Yo les llamo, yo les pido a mis abuelas
Que traigan el agua sagrada
Que cura el dolor y la pena
Publicado en
La Hora, Quitro,4/junio/2014