La acción política de Rafael Correa en estos siete años se ha caracterizado por poner los temas de interés revolucionario sobre la mesa, pero no en ir hasta el fondo. Su límite histórico es completar el proyecto trunco de Alfaro en el marco de las concepciones del Estado-nación. Ejemplos evidentes de esto los encontramos en el tema educativo, primero, cuya transformación pierde de vista los objetivos de creación de una nueva ciencia y se ocupa sólo de mejorar la educación clasista del sistema en un grado superior de calidad y refinamiento; o en el tema del cambio de la matriz productiva en el que se están usando las concepciones del Sumak Kawsay para no cambiar nada y vendernos la idea de mejorar la matriz del desarrollismo extractivista.
La llegada al poder de Correa estuvo basada en un error de cálculo de la izquierda tradicional, la que pensó que podrían manejar al fenómeno. Por el contrario, Correa se apropió del discurso de la izquierda y terminó anulándolos a todos, llevando adelante su proyecto reformista de construcción del Estado-nación, con el silencio complacido de la nueva derecha. Esa izquierda errática y equivocada, nunca llegará a representar los intereses populares.
El Sumak Kawsay Revolucionario se muestra como una alternativa real de izquierda al plantear una fusión con la concepción del socialismo científico en lo que al carácter comunitario de la propiedad se refiere. Esta será la base para un cambio real de la matriz productiva, dejando atrás las concepciones extractivistas y volviendo a la vocación agraria que siempre hemos tenido. Para la construcción del Estado-plurinacional popular, opuesto al Estado-nación de Correa, es urgente la formación de un Frente anticorreista de izquierda revolucionaria.
JORGE OVIEDO RUEDA
Publicado en
La Hora, 29/enero/2014, Quito