No es posible un mundo sin crítica. Está en los genes de nuestra especie. Somos críticos con el mundo que nos rodea porque vivimos en un mundo multidiverso, de donde se deduce que la uniformidad de opiniones es imposible. En alguna parte leí que dónde hay uniformidad de pensamiento es porque uno piensa y el resto obedece. Un mundo construido sobre ese principio sólo puede ser el ideal de los borregos.

Cuando Rafael Correa inició su carrera política el Ecuador entero se rindió a su talento. Unía a la inagotable energía de la juventud la novedad de una concepción política surgida del ideario izquierdista. La derecha se asustó al principio y la izquierda se rindió sin condiciones a su encanto. En poco tiempo la derecha se dio cuenta que con Correa no corría peligro y la izquierda de su error. La derecha ha guardado silencio por conveniencia y la seudo izquierda por cobardía.

Correa hizo aflorar en el seno de la izquierda ecuatoriana su germen reformista y oportunista. Esa seudo izquierda yace donde debe estar, enquistada en el seno del gobierno de la revolución ciudadana, incondicional al liderazgo de un aventurero político de derecha que pretende alinear a todo el Ecuador detrás de él; pero los procesos políticos que no son auténticos con el tiempo evidencian su falsedad. Correa se sigue haciendo el macho con los rezagos de la vieja partidocracia y con algunos representantes de una vieja dirigencia izquierdista derrotada y arrepentida.

Al fin de la jornada Correa tendrá que discutir con la verdadera izquierda revolucionaria del Ecuador, aquella que cree que el proceso reformista iniciado por él tiene que evolucionar a un verdadero proceso revolucionario, no alineado al pensamiento de nadie, que acepte la crítica creadora como reflejo de la multirealidad en que vivimos.

JORGE OVIEDO RUEDA

Publicado en

La Hora, 22/enero/2014, Quito