Mishu Rafael es como un niño emperrado. Renuncio si no me hacen caso, renuncio si no lo hacen como yo digo, renuncio, renuncio, renuncio
Ahora el pretexto es que más de veinte asambleístas de la bancada oficialista no coinciden con él en el tema de la despenalización del aborto. Paola Pavón, Roxana Alvarado, María Augusta Calle, en chispeantes discursos, argumentaron a favor del derecho que la mujer tiene a decidir sobre su cuerpo, demostrando una mentalidad abierta a las exigencias morales de nuestro tiempo, caracterizado por la inocultable caída de los viejos paradigmas que rigieron la vida de nuestros abuelos; pero mishu Rafael amenaza con renunciar si se despenaliza el aborto, demostrando que es un revolucionario con la pacata moral de los tiempos de la Santa Inquisición.
A decir verdad, en lo personal nada me importa como concibe estos temas el ciudadano Correa, pero como ecuatoriano me preocupa la conducta moral del presidente. No puede, por medio del chantaje, colegislar para imponernos a todos su tesitura moral. No cabe en esta época de la cuántica y la nanotecnología tratar de imponer una moral escolástica al más puro estilo de los Torquemada del siglo XV.
Ampararse en la amenaza de llevar a consulta popular este tema sólo demuestra que nada entiende del cambio. La modernidad y el desarrollo vienen acompañados de una nueva moral, basada en el respeto a las diferencias, no en la imposición de las creencias.
Los asambleístas de Alianza País no serán capaces de amar más a su líder que a la verdad, estoy seguro. Esa olla de presión estallará en cualquier momento. Si son revolucionarios de verdad se sumarán a la fuerza del pueblo que va preparando las condiciones para derrotar en las urnas al Torquemada redivivo.
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La Hora, 16/octubre/2013, Quito