En mi adolescencia recitaba los versos de García Lorca con la extraña sensación de que más allá de las palabras existían mundos que yo no conocía. La poesía es el misterio de las almas que brota a la luz en las palabras. Verde, que te quiero verde
Hoy todos queremos un planeta verde, alfombrado de bosques con aguas puras por todas partes. Esta sencilla aspiración se ha vuelto un sueño inalcanzable.
El gobierno de la revolución ciudadana es más pragmático que poético. Le interesa el cuskhi. El candidato presidente no se cansa de repetir que no podemos ser mendigos sentados en un saco de oro. Nos restriega en la cara esa irrebatible verdad, pero se sabe que toda lógica responde a determinados intereses. La lógica del mendigo responde a los intereses del llamado capitalismo verde, del cual nuestro presidente se ha vuelto peón.
Socio Bosque es un programa del Ministerio del Ambiente que consiste en pagar a los propietarios de las tierras, sean individuos o comunidades, para que no talen el bosque y cuiden de que terceros lo hagan. El gobierno hace en el país lo que el programa de la ONU REED+ hace a nivel mundial. El llamado capitalismo verde nos hace a los países pobres corresponsables de la contaminación ambiental. Lo que ustedes preserven, nos dicen, equivale a lo que nosotros contaminamos, con lo cual obtenemos el equilibrio y la vida sigue igual.
No, señor gobierno, no es así. Usted no tiene empacho en limpiarse, bendita sea la parte, con las buenas intenciones del Sumaw Kawsay. La armonía con la naturaleza nada tiene que ver con el mercado del carbono. El Sumaw Kawsay revolucionario es un planteamiento antagónico al capitalismo verde. Usted, señor gobierno, ha puesto la Constitución en el retrete.
JORGE OVIEDO RUEDA
Publicado en
La Hora, 16/enero/2013, Quito