A estas alturas a nadie le cabe la menor duda de que el gobierno de la Revolución Ciudadana es reformista de derecha. Su mérito es estar empeñado en terminar de fabricar el hardware en el que debe comenzar a funcionar el software revolucionario; pero esa tarea le corresponde a la Nueva Izquierda.
La Nueva Izquierda es una necesidad urgente. Se explica por el nivel brutal de concentración de la economía que polariza los ingresos, convirtiendo a unos en privilegiados y a otros en miserables; por la existencia inequívoca de la corrupción institucionalizada; por la inaceptable penetración de la cultura mainstream que va carcomiendo los cimientos de nuestra identidad; por la agresión inmisericorde al entorno natural; la creciente fiebre ciudadana por el Buen Vivir consumista, el amenazante monstruo del crimen organizado, la silenciosa saturación de nuestra economía por los intereses de la droga, en fin, por el deterioro evidente de las concepciones civilizatorias que actualmente rigen.
La izquierda Plurinacional lejos está de ser una alternativa a esta situación. Sigue planteando lo mismo, haciendo lo mismo y cometiendo los mismos errores, camino por el cual nunca obtendrá resultados diferentes. Cuando otra vez se evidencie su fracaso, sus ideólogos repetirán las excusas de siempre: lo dimos todo, hicimos lo posible, pero todavía no están maduras las condiciones
La Nueva Izquierda que está naciendo parte de plantear nuevas bases civilizatorias, sustentadas en el Sumaw Kawsay revolucionario, cuya esencia consiste en rescatar las tradiciones ancestrales de América, incorporarles la dosis racional de la modernidad y proyectarlas al futuro para construir una Nueva Civilización basada en el amor, el respeto al ser humano y a la naturaleza.
JORGE OVIEDO RUEDA
Publicado en
La Hora 31/Oct./2012, Quito