A lo largo de la Historia se evidencia que las ideas dominantes han sido siempre las de las clases sociales que han detentado el poder político. En la Grecia helénica se impusieron las ideas de los arcontes esclavistas, en el medioevo las de los señores feudales, en la sociedad capitalista la de los señores burgueses en todas sus variantes, que van desde los industriales hasta la actual Plutocracia financiera mundial.
La visión platónica-aristotélica subyace en la cultura política de occidente. San Agustín en el s. IV de n.e y Santo Tomás armonizan el cristianismo hebreo con el pensamiento clásico griego, creando los paradigmas irreductibles del mundo occidental. La revolución científica del siglo XVI, encabezada por Descartes, supera el método escolástico e introduce el método científico. Epistemológicamente el desarrollo del conocimiento cartesiano está asociado al desarrollo de la razón y de la economía capitalista. Estos fundamentos gnoseológicos y nuevos paradigmas son los que impusieron los colonialistas europeos a los pueblos americanos. El resultado es el caos actual.
A estas alturas nada de esta civilización es defendible. El mundo platónico-cartesiano se está derrumbando. La ciencia oficial ahora se refugia en la Universidad. Hoy más que nunca se necesita un pensamiento alternativo, no sólo una renovación disfrazada de excelencia del mismo pensamiento.
El pensamiento alternativo puede ahora parecer una locura, pero ha comenzado a levantarse desde las raíces de los Andes. No está en falsas ciudades del conocimiento, como la Yachay correista ni en las universidades funcionales a su proyecto político.
Viene de la Historia y se proyecta al futuro, como ciencia insurrecta, para construir una nueva civilización.
JORGE OVIEDO RUEDA
Publicado en
La Hora
28/Agosto/2012, Quito.
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