Resulta alentador ver a los candidatos de la izquierda plurinacional mojarse el poncho por esos caminos de la patria. Pegados al sabor y los olores del pueblo, van buscando el triunfo.
En una contienda, todo es posible, hasta triunfar. De pronto misho Rafael tiene que colocarle la banda presidencial a misho Alberto. Por esta probabilidad la izquierda plurinacional debe decir lo que piensa. Ya no puede decir que va a refundar el país, porque ese argumento le dieron a Correa. Dirá que va a rectificar lo que Correa ha hecho mal. Y ahí está el detalle. Una izquierda que esté a la izquierda de Correa, está prohibida de rectificar, tiene que ir al cambio revolucionario.
Por ningún lado se ha visto que este sector haya comenzado con una evaluación autocrítica de su conducta y de sus argumentos ideológicos. Todos atacan a Correa, ninguno a su proyecto. Se lamentan de haber confiado en él, no de sus límites. A ojos vista la izquierda plurinacional está repitiendo los mismos errores que cuando apoyó a Correa: no tienen estructura orgánica, son otra mescolanza de pareceres que terminarán dirigidos por un caudillo.
El MPD no ha superado su discurso universitario; Pachacutik no trasciende el ámbito indigenista; Montecristi Vive brilla con la figura de su líder y tiene su mejor arma en la defensa de una Constitución que ha comenzado a mostrar sus graves limitaciones y, ahora, el Partido Socialista Revolucionario dice estar dirigido y representado por los reformistas de ayer.
A ninguno de ellos se les ha ocurrido que para combatir a Correa hay que definir un nuevo proyecto de vida, con una nueva economía, con otra ética, con otros fundamentos civilizatorios.
Si no hay valor para la autocrítica y defienden lo mismo, ¿qué ganamos con cambiar a Correa?
JORGE OVIEDO RUEDA
Publicado en La Hora
21/Agosto/2012, Quito