Las barajas tienen una carta que se llama comodín y sirve para que el jugador la convierta en la que necesita cuando de cerrar un juego se trata.
Las llamadas fuerzas políticas del centro se parecen a esa carta. La derecha tiene un comodín al que llaman centro y la izquierda igual. Se juega con el imaginario del equilibrio. Una fuerza de centro sirve para equilibrar los extremos. Una fuerza radical de derecha tiene su centro en una fuerza moderada de la misma tendencia e igual sucede con la izquierda. La moderación significa hacer ciertas concesiones para mantener la tendencia.
Este mecanismo no funciona mientras existe un equilibrio social, esto es, cuando las fuerzas del mercado no han radicalizado las diferencias, cosa que sucede rara vez y por períodos cortos de tiempo. Cuando ese equilibrio amenaza con romperse es cuando más funciona la teoría del comodín. Lo curioso es que cuando el equilibrio se inclina a la izquierda, la derecha se camufla en el comodín del centro izquierda para de esa forma evitar su debacle. Cuando la izquierda no tiene claras sus metas históricas, en lugar de patearle el trasero para ayudarle a caer, le permite recuperarse. Esa ceguera de la izquierda tiene un nombre: oportunismo.
En este cambio de época, el centro no existe. Las fuerzas de la derecha están cayendo en picada y una auténtica izquierda nada tiene que salvar de su civilización. Sobre el caos de su destrucción tiene que levantar una nueva propuesta de vida. El Sumaw Kawsay revolucionario se va constituyendo en esa propuesta. No es cuestión de cambiar la imagen prepotente de Correa por la de una figura conciliadora que haga esencialmente lo mismo. Se trata de proponer una nueva forma de civilización y tener el valor de hacerla realidad.
JORGE OVIEDO RUEDA
Publicado en
La Hora
18/Julio/2012.