La Coordinadora Plurinacional de la Izquierda es una especie de cajón de sastre en el que es posible encontrar desde especímenes antediluvianos hasta oportunistas de resiente factura, sin que falten las figuras individuales egocéntricas convencidas de que son los Mesías elegidos. Antes de poner a consideración del pueblo su propuesta programática, han priorizado el discurso del yo quiero ser Presidente.
Hay en la conducta colectiva de la Coordinadora un inocultable estilo decadente que ha sido sistemáticamente rechazado por el pueblo. La izquierda en el Ecuador, para sobrevivir, ha tenido que camuflarse en el discurso más progresista obligándose a alquilar figuras que le dieran diciendo lo que quería. Esas figuras se han valido del discurso izquierdista para, desde el poder, favorecer los intereses de la dominación.
Una Nueva Izquierda tiene que hundir sus raíces en nuestra Historia. Ser una izquierda raigal significa tener una nueva propuesta civilizatoria, lejos de los esquemas del desarrollismo primer mundista, convencidos de que con ella estamos contribuyendo a la salvación de la humanidad y del planeta. Una Nueva Izquierda tiene que fusionar la esencia del Sumaw Kawsay pre-colombino con las tesis del socialismo revolucionario.
En la Coordinadora se sigue jugando al juego del yo quiero ser presidente. Cada sector hace su propuesta. Al final, con un programa similar al que le prestaron a Correa, terminarán designando a Alberto Acosta o a Paco Moncayo o a cualquiera, da lo mismo.
Una Nueva Izquierda tiene que nacer sin el tufo de lo decadente, proponiendo una nueva forma de vida, con líderes que crean en ella, que vivan de otra forma y vean en la Historia el futuro. La bandera del Sumaw Kawsay civilizatorio tiene que estar en manos de verdaderos revolucionarios.
JORGE OVIEDO RUEDA
Publicado en
La Hora
4/Julio/2012, Quito