Así como me lee, amable lector, nosotros los ecuatorianos, como parte de Nuestra América, estamos perdiendo la silenciosa guerra de la cultura. ¿Qué guerra?, se preguntará. No sabía que estábamos en guerra.
Eso mismo, amigo, esta guerra no declarada, pero igualmente mortífera que a diario libramos los pueblos que queremos conservar nuestra identidad contra la propuesta artera de la globalización. La guerra de nuestra memoria raigal contra la invasión despiadada de un modo de vida superficial y light. Esta guerra, amigo, la estamos perdiendo minuto a minuto.
Ni Chuki Seven, ni el 30S, ni el déficit fiscal, ni la deuda externa, ni las sabatinas, ni todos los escándalos juntos del régimen se pueden comparar, en poder destructivo, con la guerra silenciosa de las culturas, lo que ese anciano profesor de Harvard llamó Choque de civilizaciones.
Correa y sus Correa Boys -SENPLADES y Ministerio de Cultura incluidos-, tendrían que suicidarse culturalmente para afrontar esta guerra. A estas alturas ya no se lucha por imponer un modo de vida, sino por reafirmar unos valores. Lo que Hitler quiso hacer por la fuerza de las armas, lo está haciendo la civilización primermundista por medio de su código de valores. Ya no nos quieren dominar, pretenden convencernos.
Es la cultura light que todo lo inunda. Hay una industria colosal que la genera, existen genios que la planifican, miles de centros donde se estudian sus contenidos, medios masivos que la difunden y gobiernos y universidades que se han vuelto piezas del mecanismo.
El Sumak Kawsay o Buen Vivir sólo tiene sentido si es la base de una nueva civilización, una civilización de contenidos y valores opuestos a los que definen la cultura light globalizadora. Cambio radical que sólo puede ser fruto de una auténtica revolución.
JORGE OVIEDO RUEDA
Publicado en La Hora 21/12/2011