LAS PLUMAS DORADAS

            No sólo hay “ponchos dorados”, hay también “plumas doradas”, de escribir, digo, no de gallina.  Esas que tienen el abolengo de antepasados ilustres y que, por las leyes de la herencia, pasan a formar la constelación del talento nacional. Los medios privados de comunicación son el terreno fértil donde florece esta especie. Nacen, crecen, se reproducen, amasan fortunas y mueren en la opulencia y admirados por todos. No sólo que heredan el talento, sino que demuestran su talento en la habilidad que tienen para defender la familia, la tradición y la propiedad. Son plumas que saben adular con elegancia, insinuar las más atroces soluciones sin que sus palabras destilen sangre, condenar todo aquello que choque con sus intereses en nombre de la (su) patria, su Dios y su religión. Son legión y hunden sus raíces desde la fundación de la república hasta nuestros días. Están llenos de experiencia y son, qué duda cabe, el soporte del poder tradicional.

            Están sus delfines, los muchachos malcriados de la fortuna heredada, esos que ponen el ego delante, inclusive, de su reverendísima madre. Se educan en colegios y universidades de élite y crecen con la idea de que están predestinados a conducir la nación. Son liberales económica y filosóficamente hablando, convencidos de que todo lo que no coincide con sus concepciones pertenece al mundo de los inferiores, a los que, por mandato divino, se los tiene que civilizar. En cada uno de ellos hay un Mesías redivivo y suelen auto convencerse de que la luz del Espíritu Santo baja sobre sus cabezas para bien de la humanidad. Su palabra es de luz, se proclaman conductores de la opinión nacional y se reproducen en cofradías impenetrables en las que, de vez en cuando, admiten un advenedizo, sin antes estar seguros de que tiene muerto en su interior el orgullo y la dignidad. Apoyan con su pluma  al mandatario de turno, siempre y cuando pertenezca a las élites eternas, poseedoras de la verdad y la justicia. Estos “hijitos de papá” se dan el lujo de sacudir la mata de su árbol genealógico para que las frutas demasiado maduras permitan la renovación de la planta. En ellos se empoza el pensamiento colonial tradicional que ahora es neocolonialismo por exigencia de los tiempos. Suelen desayunar en Quito, pero almuerzan en Miami y, para celebrar su infinita suerte, se dan una “vueltita de maracatoche” por Las Vegas, USA, Estados Unidos de Norteamérica.

            Este grupo es la cantera de dónde salen las “plumas doradas”. Son como la vanguardia de las élites del pensamiento nacional. Están repartidos en los medios masivos de comunicación escritos, en la radio y la televisión nacional. Antes de cultivar su mente se ocupan de la estética de su figura. Lucen prendas de marcas exclusivas, perfumes, autos y viven en mansiones palaciegas, cercadas por empresas de seguridad privada que tienen la misión de cuidar su sueño. Son la materialización de los paradigmas del ego individual de los héroes del sistema. Su misión es ser referentes de las características que un escritor orgánico del sistema debe tener. Son miel para las moscas ingenuas que nunca faltan. Sus opiniones tienen ese tufo insoportable de las certezas, porque todo es como ellos lo dicen y no de otra forma. Buscan el aplauso, nunca la verdad.

            Son las “plumas doradas” que, al igual que los “ponchos dorados”, están jodiendo este país.

            Los escritores de izquierda, son harina de otro costal. Ñucanchic Socialismo ya se ocupará de ellos. Saludos mis amigos. Hasta la próxima.

Mindo: 26-09-2018

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2 respuestas a LAS PLUMAS DORADAS

  1. Edhisson dijo:

    Bien Jorge, toda la jauría mediatica de la clase dominante está infectaada de ésta especie, pero para esta mas informados y preparados, por favor dá los NOMBRES Y MEDIOS

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  2. José dijo:

    Creerse «mesias» sin tener más poder que la pluma es solamente un problema de narcisismo insustancial. El verdadero problema son los escritores de «izquierda» o de «derecha», «plumas doradas» o no que creen en los mesias gobernantes. ¿Está Ud. entre ellos?

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