
Alejandro Jodorowsky es un pensador y director de cine que se ha ganado un espacio en las redes sociales. Suele ser directo y me gusta porque es capaz de captar los principales nervios de nuestra cotidiana vida. Los medios masivos de comunicación son los vehículos por medio de los cuales se envenena la mente de las multitudes, es una de sus frecuentes reflexiones. ¿Por qué acude a ellos? Suelen preguntarle. Y él responde: si no lo hago, nadie puede saber la verdad.
Lo insólito de nuestro tiempo es que la gente honesta cada vez más se tiene que atrincherar en sus espacios particulares para sobrevivir. Una humilde vendedora de abarrotes tiene que poner una reja en la puerta de su negocio, un farmacéutico, un restaurante, una clínica, una escuela, las casas de vivienda están cada vez más amuralladas. Los honestos detrás de las rejas, los delincuentes libres por cualquier parte.
Los recursos que el Estado invierte en los temas de seguridad son impresionantes y demenciales. Estamos construyendo una fortaleza medieval capaz de rechazar el asedio de las huestes delincuenciales. Se reportan crímenes, ya no sólo contra la propiedad privada, sino contra la vida humana y la naturaleza. Hay banda dedicadas a destripar a los niños para satisfacer la demanda del mercado de órganos; las corporaciones capitalistas matan sin compasión la naturaleza y un pobre viejo de 80 años es asaltado violentamente por un delincuente para robarle cinco dólares.
La humanidad ha sido llevada a un estado mental alucinante en la que una lentejuela puede valer más que una vida, en la que se rinde culto a la apariencia y se descuidan los contenidos, en la que matar es tan natural como sacarse un incómodo moco de la nariz. Esta civilización de la superficie nos está llevando al profundo abismo de la nada.
¿Se necesita una revolución? Sí, claro, se necesita una, una revolución que le quite el pretexto al ser humano de robar y matar y eso sólo se logrará cuando seamos capaces de producir lo suficiente para satisfacer las necesidades básicas del ser humano. Mientras eso no suceda, el mundo será una ratonera en la que primará la ley de la selva.
Con la psicomagia que propone Jodorowsky no creo que vayamos más allá del lucimiento personal. Las soluciones reales van por otro camino.
¿Qué opinas, amigo lector?
Quito, 19-09-2018