Si se tratara de premiar la diplomacia mundial por sus resultados, tendríamos que darle la medalla de oro a los EE UU. En la Historia, los yanquis sólo han sido derrotados en Viet Nam y en Bahía de Cochinos. Su diplomacia, como fachada de sus reales intenciones políticas y económicas, demuestra una increíble efectividad.

            No hablo de los medios empleados. Justamente en ellos está el secreto de su éxito. La doctrina Monroe, que le dota de filosofía a la diplomacia yanqui, ahora rebasa los límites de Nuestra América para convertirse en una doctrina mundial. “El mundo para los norteamericanos” refleja bien sus intereses.

            A la fecha, EE UU mantiene su presencia en los cuatro puntos cardinales del planeta. Tiene bases militares igual en el Lejano Oriente como en el Oriente Medio, en Europa como en América Latina.

            Hoy se reúnen los yanquis con sus comensales del continente Americano, menos Venezuela. A excepción de Bolivia y Cuba todos están para hacerle calle de honor a Trump. Hoy más que nunca porque la potencia norteamericana necesita justificar su criminal agresión a Siria.

            El Gran Garrote, La Diplomacia del Dólar han sido, a través del tiempo, el rostro de su diplomacia. Hoy fabrican pretextos para intervenir en cualquier parte del mundo. La diferencia con el pasado es que ahora el gran garrote yanqui es atómico.

            En esta Cumbre de las Américas Trump vino a demostrar que todavía el rebaño continental está lo suficientemente amaestrado. El peso de las ovejas negras todavía no es suficiente. Lenin es Moreno, pero quiere cambiar de color, lo que no oculta su vocación de sirviente. Trump puede contar con el apoyo seguro de otra oveja que, siendo morena, se ha pintado de blanco para no desentonar. ¡Qué vergüenza!