Más de una vez en estos últimos años he oído, de labios de hombres de izquierda, echarle la culpa a Gorbachov de la debacle del socialismo. Nunca estuve de acuerdo con esa opinión. Creo que la perestroika y la glasnost fueron el último esfuerzo por salvar el socialismo. Esos diques resultaron insuficientes para contener la marea negra de los errores del estalinismo. Al fin, con la bendición papal, se hundió el primer experimento de construcción de una sociedad diferente al capitalismo.

El restablecimiento de relaciones diplomáticas y posterior levantamiento del bloqueo económico -esta vez también con la bendición papal-, no producirán igual efecto en la cuba revolucionaria. No hay en este caso una marea negra que amenace el proceso iniciado en Sierra Maestra, errores sí, pero nunca como para que el socialismo con defectos sea inferior a la maquinaria perfecta de explotación capitalista.

El primer impacto estará dado por la oferta escandalosa de mercancías en un mercado austero como es el cubano; el segundo, por el espejismo del modelo de vida norteamericano, deslumbrante, pero postizo. Una parte de la población cubana caerá en su hechizo, pero la mayoría, protegida por el Estado, mantendrán su dignidad socialista.

El peligro real está fuera de Cuba: el Senado norteamericano y la emigración cubana en Miami. Estos dos poderes tratarán de aprovechar la puerta abierta del restablecimiento de relaciones para meter las bombas terroristas del odio y la venganza, para imponer el gastado modelo de su democracia y libertad.

Cuba ha resistido durante cincuenta años la agresión imperialista. No veo porque no podría seguir haciéndolo. Esta es una prueba suprema para construir más socialismo y evitar que la rueda de la Historia gire hacia atrás.

JORGE OVIEDO RUEDA

Publicado en:

La Hora, 24, diciembre, 2014, Quito