Los Seres humanos tenemos la tendencia a creer que lo que pasa a nuestro alrededor es lo normal, pero no siempre la normalidad es reflejo fiel de la realidad. Detrás de lo normal se esconde, casi siempre, lo real.
Tomemos como ejemplo las epidemias y pandemias que amenazan al mundo. El solo anuncio del peligro de la gripe aviar dispara las ventas de los antivirales producidos por las transnacionales farmacéuticas, igual con otras enfermedades. Existe el peligro, pero también es cierto que existe la ganancia privada descomunal. ¿Qué es más real, el lucro o el peligro?
La lógica circular que maneja el sistema es sencilla: si hay peligro hay que neutralizarlo. El detalle está en que los únicos que pueden hacerlo son los dueños de la tecnología. A ellos no se les ocurre resolver los problemas sanitarios de las naciones pobres de dónde surge la amenaza. Si lo hicieran, se acabaría el negocio. ¿Qué es más real, el lucro o el peligro?
Otro ejemplo, para nadie es un secreto que el planeta se ha convertido en un basurero. Vivimos la época de lo desechable. Antes se hacían mercancías para durar, hoy no es posible. Lo competitivo es hacer cosas para usar y botar, con lo cual se estimula at infinitum el consumo. ¿Qué es más real, la ganancia o el consumo?
A la industria de las bombillas eléctricas no le conviene que un foco dure mil horas, le conviene que dure cien horas; los fabricantes de cerraduras las hacen imperfectas, los celulares, los aparatos electrónicos, los electrodomésticos, todo, se fabrica en la lógica circular del sistema.
Pero, ¿quién piensa en reducir el consumo? Los llamados gobiernos progresistas de América Latina se empeñan en estimularlo, a lo que le llaman desarrollo. Con el buen vivir nos están llevando a la muerte.
JORGE OVIEDO RUEDA
Publicado en
La Hora, 20/agosto/2014, Quito