La propaganda oficial despliega una ofensiva permanente para convencernos a los ingenuos ciudadanos de esta ínsula de que se están haciendo bien las cosas. Yo no soy de aquellos que siempre le están buscando una quinta pata al gato o que dicen que hay que pensar mal para acertar. No. Con mucho el gobierno de Correa es uno de los mejores de nuestra Historia.
Pero que así sea no quiere decir que sea un gobierno revolucionario. La lógica del poder oficial es la de un capitalismo de Estado que, en el caso del Ecuador, se mueve dentro del marco de la construcción del Estado-nación que la ciega oligarquía ecuatoriana postergó desde el asesinato de Alfaro. Era tal la postración económica-social del Ecuador que la construcción de vías, por ejemplo, postergada desde el siglo XIX, aparece como una obra revolucionaria. Lo mismo se puede decir de la educación, de la cultura, del agro, de la justicia, etc., etc., etc.
Lo que hace de bueno el gobierno de Correa no lo hace por el pueblo, sino por miedo al pueblo. Es un gobierno oligárquico inteligente que sabe tiene que neutralizar el descontento de las masas como un requisito indispensable para impedir la revolución popular. Toda la acción del gobierno se inscribe en esa lógica, desde el bono de la pobreza hasta el nuevo código monetario, pasando por las nuevas leyes, la reforma del Estado, la justicia, le educación, todo. Correa está barnizando la fachada del derruido edificio del capitalismo fortaleciendo a la clase media en la lógica del Estado del bienestar general.
La revolución es otro proceso, señores. En ella no se hacen las cosas por miedo al pueblo, sino con el pueblo y para el pueblo. Ella hunde sus raíces en la lógica civilizatoria del Sumak Kawsay revolucionario.
JORGE OVIEDO RUEDA
Publicado en
La Hora, 23/julio/2014, Quito