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Creo que hay algo que no funciona bien en el cerebro de Mashi Rafael. Tiene claridad en casi todos los temas de los cambios que el Ecuador necesita, pero le patina cuando se trata de identificar a los individuos o a los colectivos que buscan empujar ese cambio.
En más de una ocasión ha señalado que él llegó a la izquierda desde la vertiente de la Teología de la Liberación y de la Doctrina Social de la Iglesia. Todo individuo o colectivo que, siendo revolucionario no tiene sus orígenes en esas matrices, son para él limitaditos, infantiles, bobos, ecologistas, taraditos y vaya usted a saber cuántos epítetos más están en las obras completas de Correa.
Yo, que he sido socialista y revolucionario toda mi vida, no registro en mi memoria que alguna vez la vertiente social de la Iglesia se haya planteado la anulación de las otras matrices para poder existir, por el contrario, cuando la Teología de la Liberación soltó sus amarras la palabra de orden fue unidad. La unidad era la consigna. Correa no concibe que revolucionarios procedentes de otras vertientes puedan tener razón, ni siquiera valer algo.
Ha inventado un término peyorativo para todos ellos: tirapiedras. Los identifica con el terrorismo, la subversión, el golpismo sin hacer distingos. Zorrilla, Villavicencio, Jiménez son tirapiedras intrínsecamente desviados, no porque lo desenmascaran, sino porque como no vienen de su matriz política, son ideológicamente perversos y delincuentes.
¡Usted, señor Presidente, con esa conducta sólo demuestra que tiene un complejo más grande que un Chimborazo! Jamás será líder de un Estado Plurinacional e intercultural y peor de un Ecuador multidiverso, construido con la razón de los tirapiedras tanto como con la de los Teólogos de la Liberación.
Publicado en
LaHora 8/Enero/2014, Quito