Siete años de Revolución Ciudadana y el tema agrario brilla por su ausencia. Sí, señor. Alfaro no pudo con el poder real de los terratenientes, porque dejó intacta la hacienda serrana y el latifundio costeño y, lo que fue peor, la condición servil del indio. La necesidad de una reforma agraria real, que entregue la tierra a los campesinos y sea la base de una nueva matriz productiva, sigue siendo una tarea histórica relegada.
Ninguna iniciativa parlamentaria ha caminado en la Asamblea, todas se han enredado en pretextos administrativos, incluida una que se presentó por iniciativa popular. Correa tiene su peor limitación histórica en la contradicción que existe entre una reforma Agraria popular y los intereses de los agro-industriales terratenientes. Un latifundio es una propiedad mayor de cien hectáreas aquí o en cualquier parte del mundo y los terratenientes no aceptan menos de quinientas.
¿Cómo se piensa, entonces, cambiar la matriz productiva? El ingeniero Glas parece ignorar lo que es un latifundio; el silencioso Ministro de Agricultura sigue en la luna y la Asamblea se empeña en complicar el laberinto de pretextos para no tratar el tema. Más de cien años de soledad para los campesinos.
Mashi Rafael ha propuesto la productividad para definir el latifundio, con lo cual, si un pequeño o mediano productor agrícola es eficiente, será considerado latifundista y si un gran propietario demuestra cumplir su función social, nadie le topará un pelo, con lo cual la estructura de la propiedad agrícola en el Ecuador seguirá siendo la misma que tenemos desde la época colonial.
Esa estructura de la propiedad es la base de la desigualdad social y económica en el Ecuador. Eso que hay que cambiar, es lo que Correa quiere mantener. ¡Vaya revolución!
Publicado en:
La Hora, 6/noviembre/2013, Quito