El nuevo Plan Nacional del Buen Vivir arranca aplausos internacionales, según nos cuenta Fander Falconí. Es una hoja de ruta, dice, como un mapa, con directrices muy claras para evitar la posibilidad de extraviarnos en el camino.
Ya antes de la segunda guerra mundial la preocupación por el desarrollo era una de las constantes del poder mundial. Los paradigmas occidentales nunca se pusieron en discusión. Si se quería salir de la pobreza se tenía que aplicar sus fórmulas. Liberalismo clásico, neoclasicismo, keynesianismo, desarrollismo, estructuralismo, neoliberalismo se sucedieron como fórmulas seguras para alcanzar el éxito. Al cabo del tiempo los resultados son evidentes: países más ricos por un lado y, países más pobres y dominados por otro.
Después de la caída del socialismo real el llamado pensamiento postmoderno toma vuelo. El socialismo del siglo XXI pone su cara de niño bueno a consideración de los pueblos. Tiene éxito en el Ecuador por su audaz intento de identificar el concepto de Buen Vivir con la concepción ancestral del Sumak Kawsay.
La versión del Buen Vivir correista cuenta ya con el aplauso de destacados personajes vinculados al desarrollo, como Alicia Bárcenas, Atilio Borón o Ha-Joon Chang. No podía ser de otra manera; pero no aplaudirían a la auténtica posición del Sumak Kawsay Revolucionario (SKR).
La versión de Correa es, en esencia, lo mismo, hoja de ruta segura para acercarnos más al abismo; la del SKR una versión revolucionaria que rompe los esquemas civilizatorios de todos los tiempos y plantea las bases de una nueva civilización.
¡Si Correa y la SENPLADES supieran debatir! Pero no. El poder los ha dejado tuertos, con un solo punto de vista. Así, es difícil que no extravíen el camino.
Publicado en
La Hora, 3/julio/2013, Quito