Pablo Lucio Paredes es un personaje ampliamente conocido en nuestro medio. Vinculado a los sectores productivos y académicos privados es un suscitador permanente de ideas. En más de una ocasión misho presidente le ha acariciado con su verbo. Ha publicado un libro al que ha titulado: Revolución ciudadana. Tanto para tan poco.
Sus reflexiones las hace desde el liberalismo, que considera opuesto a la revolución ciudadana. Liberalismo clásico, se entiende, por el ardor que pone en defender la libre empresa, el libre comercio y el papel del Estado. Ese capitalismo vigoroso que crece durante el siglo XIX con la fuerza de la revolución industrial y el sudor de los trabajadores, es el que Pablo Lucio Paredes defiende.
El sistema liberal, con todas sus variantes, se asocia a las democracias occidentales. La actual civilización es la civilización liberal-capitalista. Gracias a ella hemos ido al espacio, descifrado los misterios de la vida, dominado la energía atómica y usado, en nuestro beneficio, la velocidad de la luz; pero todas las maravillas de nuestra civilización no pueden tapar la crueldad del hambre, la injusticia y el desastre ecológico.
Pablo Lucio Paredes cree que Rafael Correa es socialista, pero se equivoca. Todo lo que Correa ha hecho en la práctica lo puede suscribir usted, señor Paredes, sin ningún problema. Correa es un liberal moderno camuflado en un discurso seudo socialista, nada más.
Usted se equivoca, también, al seguir insistiendo en que las ideas y las prácticas stalinistas son el socialismo. Usted sigue discutiendo con un muerto célebre por sus errores colosales, pero hay que comprender que está muerto y olvidado. El socialismo de hoy es una nueva concepción que se alza sobre esos errores y nada tiene que ver ni con Correa, ni con Stalin.
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La Hora, 15/mayo/2013, Quito