En 1993, siendo militante del Partido Socialista Ecuatoriano, puse a consideración de la militancia un documento al que titulé Proyecto Ecuador.
En él fundamentaba que uno de los peores errores de la izquierda era que no había sabido resolver con éxito el problema del poder. Hasta hoy no se ha resuelto este problema.
En ese mismo documento planteaba que si la izquierda quería tener éxito debía ser capaz de definir cuáles eran los objetivos que como nación debíamos alcanzar. Propuse seis. También decía que la derecha ha tenido siempre la habilidad de adueñarse de nuestros planteamientos.
Una dirigencia stalinista y demasiado orgullosa para aceptar que de las bases podían salir propuestas válidas, no sólo que las ignoró, sino que las satanizó y las calificó de dogmáticas.
Cuando apareció Rafael Correa, esa dirigencia se rindió a su encanto. Correa coincidía con las bases socialistas, sobre todo en su visión del poder. Había que derrotar a una partidocracia voraz que se repartía el Ecuador a su antojo.
Hoy está claro que Correa es la fórmula que el neoconservadurismo mundial aplica para reestructurar el modelo de acumulación.
Usted, lector, coincidirá conmigo en que la derecha ha sabido ser supremamente inteligente. Que las cosas no cambien es su negocio. Hoy Correa anuncia que de volver a ganar profundizará su proyecto.
Yo me pregunto: ¿hay un proyecto radical de derecha? No basta con darle rostro humano al capitalismo salvaje. Es imprescindible ir de la reforma al cambio revolucionario. Para lograrlo hay que revolucionar el sistema productivo. De eso nada dice el misho Presidente ni sus ideólogos.
¿Imaginan a Jorge Glass a la izquierda de Correa? Esto ya no es Puro Teatro, se ha convertido en puro cuento.
JORGE OVIEDO RUEDA
Publicado en La Hora
14/Nov./2012, Quito