¿UNA NUEVA FORMA DE ANALFABETISMO?

            Claro que debemos alarmarnos de la creciente incapacidad que las nuevas generaciones tienen para fijar su atención en aquellos temas que son inmanentes a la curiosidad humana y sin cuya asimilación estaríamos entrando en un vacío existencial sin precedentes sociales y personales. Esa peligrosa tendencia en la conducta actual de la humanidad se debe, qué duda cabe, al uso generalizado del internet, espacio virtual que el individuo puede usar de forma instantánea y libre. El espacio virtual es una especie de cerebro portentoso que contiene todo lo bueno y todo lo malo que la cultura humana ha generado a través de los tiempos, una especie de cerebro divino, en el que se archiva todo lo que el ser humano, como especie, sabe. En él están juntos los pensamientos positivos y negativos. Como nunca antes, el conocimiento está a flor de piel y, lo que es más importante[C1] , sin restricciones.

            ¿Es esta una conquista de la humanidad? Claro que sí, puesto que nunca antes las masas tuvieron acceso al conocimiento. Platón, por ejemplo, creía que sólo los sabios podían dirigir la república, igual Aristóteles y, para San Agustín, al siervo había que instruirlo en la fe, nada más, si se quería que La Ciudad de Dios funcionara a la perfección. La Reforma luterana no fue otra cosa que un grito de libertad del campesino ignorante en contra del dominio religioso y la Enciclopedia, en el Siglo de las Luces, fue el triunfo de la razón burguesa en contra del absolutismo feudal. La razón burguesa ha dirigido el mundo desde la Revolución Francesa de 1789 y en estos más de dos siglos de tiempo histórico nadie puede afirmar que las masas han pasado de la ignorancia al conocimiento. A inicios del siglo XXI el rasgo más dramático de las grandes mayorías es la ignorancia, la ausencia de conocimiento, la carencia total de conciencia histórica y temporal que se necesitan para marchar seguros al futuro.

            Nunca el conocimiento ha sido arma de liberación de las masas oprimidas. El cristianismo trajo consigo la conciencia de la libertad en los esclavos, pero el conocimiento liberador siguió siendo coto cerrado de las élites; la Teología cristiana fue profundamente selectiva a tal punto que nadie fuera de ella tenía derecho a entrar en el paraíso; la locura burguesa fue elogiada por Erasmo de Rotterdam como un atributo de los parias en ascenso y Nicolás Maquiavelo aconsejaba al nuevo Príncipe burgués las formas de alcanzar y conservar el poder si se quería gobernar el mundo. Cuando Tomás Moro advierte que el industrialismo sólo traerá males a la sociedad rompe con su protector Enrique VIII que ve en la industria el futuro prometido y en El Renacimiento hay un regreso a la estética clásica sólo para disfrute de los nuevos acomodados comerciantes. El arte y el conocimiento como algo exclusivo de los poderosos. Las masas sumidas en la oscuridad de la ignorancia.

            La revolución científica que se inicia con el Discurso del Método de Renato Descartes rompe el cerco sagrado del pensamiento dogmático, pero el poder de este nuevo método del conocimiento sólo beneficia a los que tienen derecho a la educación, a las masas sólo les llega el eco del descubrimiento, ellas seguirán por la senda de la ignorancia hasta nuestros días. La Enciclopedia del Siglo de las Luces sustituyó la fe por la razón y pudo democratizar ampliamente el conocimiento, pero a partir de allí la Academia oficial a nivel mundial ha llegado a encriptar el verdadero conocimiento y, como siempre, sigue siendo instrumento de dominación. Ningún país del llamado tercer mundo dispone de los conocimientos de punta que manejan las grandes corporaciones privadas en favor del capital. La ignorancia de las masas ya no es idéntica a la de hace siglos, pero sigue siendo igual. Hoy hasta el más ignorante sabe que la tierra es redonda o que los cuerpos caen debido a la gravedad, pero los secretos de la física cuántica, por ejemplo, siguen siendo de manejo exclusivo de los poderosos, lo que fácilmente podemos comprobarlo en la invención de nuevas tecnologías que son usadas para beneficio de ellos y perjuicio de nosotros.

            Desde esta perspectiva claro que el internet es una conquista de la humanidad. Ni el cristianismo, ni la revolución científica, ni La Enciclopedia democratizaron tanto el conocimiento como el Internet. El internet es ahora la memoria portátil de la humanidad. Lo que no lo retenemos, lo que no lo registramos en nuestra memoria biológica, lo encontramos de forma instantánea en el ciberespacio.

            Esta nueva realidad no es un hecho cualquiera. El hombre común del medioevo tenía contacto con la realidad a través de la iglesia, le estaba prohibido interpretar  lo que veía. Giordano Bruno pagó con su vida su curiosidad creativa, Galileo Galilei tuvo que retractarse, Copérnico que ocultar sus observaciones astronómicas y así, muchos mártires del conocimiento tuvieron que nadar contra la corriente del pensamiento oficial. Hoy, aparentemente, hemos superado esa barbarie. Todo individuo, hasta los estúpidos, puede opinar o informarse de forma instantánea en el internet.

            ¿Esto es bueno o es malo? Es malo si comenzamos a considerar al internet como un ente biológico de conciencia autónoma en condiciones de dirigir la vida de sus creadores, si frente a él comenzamos a considerarnos su apéndice  y no al revés, si al distanciarnos de él comenzamos a sentirnos dominados por su extraordinario poder. Entonces estaremos perdidos. Es bueno si somos capaces de dominarlo, de usarlo como lo que es, un instrumento de nuestra inteligencia.

            Como todo instrumento su finalidad depende de la voluntad de quién lo utiliza. Con un arma de fuego puedo cometer un crimen execrable o defenderme de un asesino despiadado, con el poder atómico puedo destruir ciudades como Hiroshima o Nagasaki o proveer de energía eléctrica a metrópolis populosas como Nueva York o México D.F. De igual manera, con el Internet podemos liberar la mente o esclavizar la conciencia de la gente.

            Usar el internet como instrumento liberador del pensamiento y ampliación de la conciencia, no es una tarea fácil, pero si posible. No puede ser una empresa individual, el Estado tiene que intervenir, formando a las nuevas generaciones con sólidas bases conceptuales que dependen de la orientación política que el Estado le imprima a la sociedad. Un conocimiento basado en la solidaridad, el bien común y el equilibrio dinámico de las estructuras sociales, hará posible que el individuo sea capaz de seleccionar y tamizar la inmensa información que encuentra en el Internet, la ausencia de esta formación puede llevarnos al vació existencial de la sociedad y del individuo, como hemos dicho antes.

             La falta de capacidad para fijar su atención en las fuentes del conocimiento que ahora están a su alcance, es uno de los peligros que yo pude advertir en mis largos años de maestro universitario. Los alumnos que llegaban a mis aulas sin la preparación previa a la que me he referido, creían cometer una hazaña al cumplir sus tareas haciendo copi y page del Internet. Por ese camino no tenemos salvación, el Internet terminará   dominándonos y haciendo mentes débiles, fáciles de manipular. Si a esto añadimos el papel de los medios masivos de comunicación, del mismo sistema educativo, de la industria de la banalidad y la apariencia, estamos marcando un trágico camino para la sociedad humana. Más de lo mismo diría yo, pero ahora en la realidad virtual, cuyo fin parece ser brillar con tanta intensidad para impedirnos ver la realidad.

            El camino es adaptar la educación a esta nueva realidad. ¿Quién se ocupa de esta problemática? Nadie.

 

14-05-2019   


 [C1]

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