Un profesor de Literatura me encaminó en la lectura de Charles Dickens. No me tomó mucho tiempo “beberme” sus principales novelas y fue, en páginas como las de su novela Tiempos Difíciles, donde aprendí a distinguir, antes que en Marx, lo que pensaba un trabajador y lo que pensaba un burgués.
Los tiempos difíciles de la humanidad tienen signos evidentes de cómo un viejo mundo se va derrumbando y otro, tierno y nuevo, comienza a nacer. Época de cambios enmarcados en la noción abarcadora de un cambio de época. Asistía, Dickens, a mediados del siglo XIX, al estirón de las fuerzas productivas del régimen capitalista que, en sentir de Marx, vino al mundo sudando lágrimas y sangre.
Los nuestros también son tiempos difíciles. Creo que estamos asistiendo a la decadencia del capitalismo que Dickens vio nacer. Los parámetros que en su tiempo surgieron ahora están en franca decadencia. La noción de la familia patriarcal, por ejemplo, o la idea de que el ser humano es el rey de la creación o de que la naturaleza es una fuente inagotable de recursos, son ideas que nos obligan a tomar partido.
Esta es una lucha ideológica. Estos son tiempos difíciles en que nos enfrentamos padres a hijos, hermanos con hermanos, amigos con amigos.
Gracias quiero decirle al diario La Hora y a sus personeros a cuya cabeza está el recuerdo de Nicolás Kigman, a Francisco Vivanco por haberme permitido escribir en sus páginas con entera libertad por más de veinte años. Gracias, pero en estos tiempos difíciles las opiniones personales se vuelven políticas y están más allá, inclusive, de un gran diario como La Hora.
A mis lectores gracias también por su fidelidad y apoyo. La tribuna digital de mi blog servirá para seguir en contacto. Gracias a todos.
La Hora: 29.08-2018