Para ser de izquierda no sólo es necesario estar de lado de los pobres. Cualquier cristiano de derecha también lo está. Tampoco es suficiente ser negro, indio o mestizo y ni tan siquiera ser pobre. Hay negros, indios, mestizos y pobres defensores del sistema en el que viven.
Para ser de izquierda el primer requisito es tener clara conciencia de que se vive en un sistema socio-económico cuyo mecanismo organizacional es la desigualdad, no la diferencia. La desigualdad significa que las mayorías tengan que hacer ingentes sacrificios para sobrevivir mientras una minoría, estadísticamente insignificante, vive en la opulencia. Esto es desigualdad, no diferencia. Para tener conciencia no basta decir este orden es injusto, se necesita tener conciencia de la necesidad de cambiarlo. Entonces se es de izquierda.
Claro que hoy ser de izquierda no es lo mismo que en el siglo de la Revolución Francesa y ni tan siquiera en relación al socialismo del siglo XX. La Revolución Francesa, el socialismo chino o soviético son las huellas dialécticas que el concepto ha dejado en su marcha para llegar a un presente en el que ser de izquierda significa saber que la naturaleza es un ser vivo con el que debemos vivir y no de quién debemos vivir. No es lo mismo vivir con un árbol que vivir del árbol, porque entonces nuestra vida duraría apenas la vida finita del árbol.
La izquierda actual, a nivel mundial, está cooptada por los cantos de sirena de la socialdemocracia, lo que le viste con el traje engañoso de la mentira. El capítulo latinoamericano del “progresismo” sirve sólo para reajustar los mecanismos del capitalismo corporativo mundial, monstruo devorador de la vida, al que hay que denunciar y combatir. Sin una clara conciencia de esto, jamás podremos ser de izquierda.
La Hora: 27-06-2018
Yo añadiría que para ser de izquierda hay que ser demócrata, de otra manera la falsa «izquierda» es un burdo disfraz del neofascismo como lo es en Venezuela y en Cuba por dar dos ejemplos.
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