Parece que la “izquierda boba” en el Ecuador se está frotando las manos de contento. Lenin se va convirtiendo más en el caballo de Troya de todos aquellos que jamás pudieron con Rafael Correa que en su lógico continuador.
Y no es que el Mashi hiciera algo sustancial, pero nadie puede negar que su mérito estuvo en haber proyectado una imagen de lo que los ecuatorianos queremos sea nuestra patria. Una línea de continuidad significaba ir profundizando esos ideales de grandeza y prosperidad que, con el discurso de la izquierda, Correa sembró.
Pero alrededor de Lenin se van agrupando los arrepentidos del correismo que, ahora sí, piensan, están en capacidad de disputar, desde adentro, el ejercicio del poder. Es esa izquierda oportunista que jamás pudo construir su propio instrumento de lucha, especie de hienas políticas que no saben cazar sino vivir de las sobras que dejan los verdaderos cazadores.
El falso discurso del diálogo se derrumbará cuando a Lenin le toque enfrentar los poderosos intereses de las multinacionales del extractivismo, o cuando la prepotencia oligárquica le quiera imponer la flexibilidad laboral o la reducción drástica de impuestos. Correa nada pudo hacer contra ese poder, sólo ceder.
¿Qué tiene Lenin que le ponga a la izquierda de Correa? Nada. Lenin es un demócrata que viene a apagar el incendio que el discurso de Rafael dejó en el ambiente. Es ahí donde la “izquierda boba” está metiendo la cuchareta, ayudando a sostener la manguera conciliadora de Lenin, imponiendo su propio “estilo”, sin escándalos, “suavecito”, como dice la canción de moda.
Lástima que ahora los sectores sociales y populares también están cayendo bajo el poder hipnótico del discurso conciliador. Todo es vanidad, nada es voluntad real de lucha.
La Hora, 21-06-2017
Así es, hasta ahora lo único que parece ser Moreno es el mejor actor del gatopardismo.
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