Un viejo amigo comunista me dijo que él prefería a Cuba con todos sus errores que a países como el nuestro en el que son tan marcadas las diferencias. Yo le contesté que así era, que yo conocía cubanos que, a pesar de ser desafectos a la revolución, eran mejores seres humanos que el ciudadano común de nuestros países.

A Mashi Rafael no se le debió escapar este detalle en su última visita a la isla. Tampoco que ese efecto conciencial superior en el que yo veo la raíz de eso que el Che llamaba el “hombre nuevo”, es producto de una educación diferente.

Cuba es libre por lo que siente y piensa su gente, porque esa libertad le permite afrontar con éxito los pequeños y grandes problemas de su sistema. He visto a una madre de familia resolver la falta de vasos cortando una botella de vidrio y estar contenta con su invento y he visto a funcionarios hacer milagros para mantener la producción de un Central Azucarero. En ambos casos ha actuado la nueva educación.

Por eso Cuba es un bastión de la libertad, porque se ha sembrado en su gente, a través de la educación, la semilla de la libertad, entendida como la conciencia de la necesidad. Los esclavos no lucharon por su libertad mientras no comprendieron que no eran objetos sino sujetos de derecho. Eso es lo que  ha pasado en Cuba, por eso los cubanos siempre serán libres, incluidos los que no están de acuerdo con la revolución.

¿Habrá entendido esto Mashi Rafael después de su visita a Cuba?

Debe sentirse acomplejado al cabo de diez años de repetir el discurso milenario de una educación que prepara para la competencia y el lucro diferenciando a los hijos de los ricos con los de los pobres, después de haber mejorado la educación para seguir clonando esclavos defensores del sistema.

La Hora, 17-05-2017