Este símbolo se lo encuentra entre las más antiguas civilizaciones humanas. Gráficamente es una serpiente que se muerde la cola y significa que todo lo que existe vuelve a sus origenes en una eterna rutina circular. Nacer, desarrollarnos, morir, volver a nacer, desarrollarnos y así eternamente.
El oroborus es para mi la representación del límite, de lo finito, de lo que puede ser inmenso pero limitado, lo identifico con el punto final de los monarcas, los dictadores y los Papas, con aquellos que limitan su mente a la verdad absoluta y con la esencia del individualismo concentrado, con el solipsismo y el ego brillante pero indiviso que de tan cohesionado que es torna prisionera de sí mismo a la luz. El ouroborus ha representado siempre al poder conservador que, después de organizar la sociedad, se opone al cambio, El ouroborus es el ideal del poderoso: un mundo perfecto, pero estático.
La filosofía ancestral andina es opuesta al ouroborus, Se sustenta en la imágen del espiral. Como humanidad tenemos un punto de partida, pero estamos llegando eternamente, no volvemos al principio como Sísifo ni nos mordemos la cola; como el ouroborus. Mientras más se abre el espiral, somos más sabios, más humanos, más íntegros. Ese también es el ideal de la sociedad, se desarrolla en cíclos de tiempo (un Pachacutik) en cuyo fin se rompe el equilibrio que vuelve en el próximo bucle del espiral hacia arriba, hacia lo desconocido, hacia lo infinito. En esta concepción, nada es estático, salvo el movimiento, como un rio…
Ese era el ideal de nuestros ancestros, así es como debemos comenzar a pensar…
Quito, 06.05-2017
El equilibrio no existe. La entropía del planeta Tierra aumenta cada segundo.
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De acuerdo, el equilibrio a secas no existe, existe el equilibrio dinámico, de lo contrario no habría sociedad. Puede ser acertado que la entropía aumenta, pero en términos de tiempo, nunca es tarde para el ser humano.
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