Milán Kundera dice que el mundo se ha convertido en una trampa. Trampa quiere decir engaño, lo que parece ser, la apariencia atractiva de lo malo, que nos seduce y nos atrapa.
Nuestra especie está obligada a producir para vivir, lo que, visto en profundidad, quiere decir que el ser es una sola cosa con la naturaleza, porque producir no es más que transformarla. Todo lo que consumimos viene de ella. Una lógica sana nos aconseja cuidarla para evitar la escasez y, por último, la extinción de esa dualidad dialéctica que es ser-naturaleza.
Pero esa lógica sana no existe. Oxfam ha publicado un informe sobre la desigualdad en el mundo y, entre otros datos sorprendentes, llegamos a saber que apenas ocho multimillonarios son dueños de una riqueza equivalente a la de tres mil seiscientos millones de personas, más de la mitad de la humanidad.
¿De dónde han obtenido tanta riqueza? Cierto que hoy manda el capital financiero, que es capital especulativo, pero todos son herederos de fortunas que se fueron amasando con el sudor de los trabajadores del mundo. Esos mega millonarios y cientos que tienen menos, conforman una casta que domina el mundo. Son seres humanos en quienes se han refinado las pasiones del poder. Ellos han creado la trampa en que vivimos, ellos se valen de gobiernos cipayos que a lo largo y ancho del mundo hacen su voluntad.
¿Sabía, amigo lector, que el gobierno de Bachelet acaba de concesionar la riqueza marítima a una enorme transnacional de la pesca?, ¿qué Rafael Correa está ahogando a un pueblo nativo para favorecer la mega minería?, ¿qué Monsanto tiene en sus manos la alimentación del mundo?
Dicen que ese es el orden natural. No es cierto. Tenemos que comprender que esa es la trampa en la que estamos atrapados y de la cual tenemos que salir.
La Hora, 01-02-2017
Buen artículo, le felicito.
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