¿A quién realmente venció Donald Trump en las últimas elecciones de los EE. UU.? ¿A Hillary Clinton?, ¿al establishment?, ¿a Wall Street? Para los latinoamericanos, responder esta pregunta se convierte en una necesidad urgente.
Un intelectual promedio en América Latina conoce la larga trayectoria política de la Clinton, su experiencia como Secretaria de Estado que le llevó a ser ficha protagónica en crímenes como el ataque a Libia, Siria o Irak, o en la creación del Estado Islámico o el apoyo a Al Nusra, grupo terrorista de Al Qaeda y de su injerencia en el golpe de Estado de Guatemala. Esta poderosa dama ha contado con el apoyo de Wall Street y ha sido, por mucho tiempo, la joya más brillante del establishment yanqui y mundial. Como todos los mandatarios del imperio no ha ocupado ese sitial por su encanto personal, sino por el respaldo de los intereses económicos que manejan esa nación. Detrás de políticas como la Clinton está el club Bilderberg, el “gobierno mundial en las sombras”.
¿Trump pone en peligro ese poder? Creo que sí. Su autonomía económica y sus opiniones sobre el TLCAN, la OTAN y el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) que no coinciden con las del selecto club, crean una fisura en el bloque del poder mundial. Su reunión con Putin es una muestra de su interés de alterar el orden secular de la gran potencia. Su xenofobia.
Una personalidad ególatra como la de Trump, a la que se suma la ignorancia total del tercer mundo, un fanatismo ciego contra la cultura musulmana y alianzas nefastas con el sionismo y una Rusia ahora imperial, pueden llevar al mundo al fin de los tiempos, no para solucionar sus problemas, sino para implantar el mismo orden con otros actores, pero con la mitad de la población mundial actual.
La Hora: 16-11-2016
Buen artículo, sin embargo quisiera que Ud. nos aclare de qué golpe de estado en Guatemala habla Ud.? Es más evidente el autogolpe de estado en Venezuela donde Maduro con complicidad de la Corte Suprema desconoce casi todas las funciones de la Asamblea Nacional.
Ud. es demasiado optimista al creer que con «el fin de los tiempos» sobrevivirían 3500 millones de habitantes. No Señor, no sobrevivirían ni mil millones y en el caos que sobrevendría ningún orden ni civilización sería posible, regresariamos a la edad de piedra.
Por eso el negocio de los poderosos son las guerras y desastres locales, le recomiendo leer la «Doctrina del Shock» de Noami Klein.
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Hola José: Debo reconocer que por fin tiene razón, quise referirme al golpe de Honduras. Lapsus brutus, como dice su Preasidente. Claro que conozco a Naomi Klein, desde hace mucho tiempo, pero las guerras locales no niegan una probable conflagración universal. Saludos.
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