El poder colonial ibérico contó con la complicidad de los terratenientes criollos durante los tres siglos de dominación. La Independencia desplazó a los ibéricos y dejó en manos de los criollos el poder político. La loa que Olmedo hiciera al indio americano en la persona del Inca Huaina Capac, sólo fue un pujo lírico. El indio de carne y hueso siguió siendo explotado, igual o peor que antes de la independencia.
La línea de continuidad del poder terrateniente, que va de Flores a García Moreno, no se rompe con gobiernos liberales como el de Rocafuerte o Urbina. Ese poder encuentra en García Moreno a su adalid. El aire de modernizador que Pedro Saad, líder del PCE le diera, es real sólo a medias, porque a García Moreno se le ocurrió “modernizar” el Ecuador sin cambiar la condición servil del indio.
Claro que tenía un proyecto, el proyecto conservador de construir una república de corte platónico, en la que los dueños gobernaran, los militares cuidaran el poder establecido y los indios trabajaran. Qué este personaje, “el más polémico de nuestra Historia” -como dice el historiador “socialista” Ayala Mora-, fuera el fundador del Estado Nacional, resulta un disparate, porque el Estado Nacional viene con Alfaro y lo trunca la plutocracia liberal, proceso del cual, Correa dice ser su continuador.
Correa ha cumplido su objetivo. Hoy tenemos un Estado-nación consolidado, moderno y funcional a los intereses del capitalismo corporativo mundial. Más allá no puede estar otra cosa que un Estado popular, o, en su lugar, el “salto hacia atrás” de una derecha cavernícola que volverá a morder la cola del eterno dominio conservador-liberal.
Esto es lo que un historiador serio debe discutir y no sacar de la gaveta los chismes de la Historia.
La Hora, 17-08-2016
Ud. dice «Correa ha cumplido su objetivo. Hoy tenemos un Estado-nación consolidado, moderno y funcional a los intereses del capitalismo corporativo mundial.», yo me pregunto si con la descomunal deuda de 50000 millones del estado ecuatoriano es un estado viable (¿?).
Despues dice:» Más allá no puede estar otra cosa que un Estado popular, o, en su lugar, el “salto hacia atrás” de una derecha cavernícola que volverá a morder la cola del eterno dominio conservador-liberal.» Un «estado popular» es una tremenda contradicción, no existe ni puede existir, lo que se necesita es un estado mínimo que pertmita las libertades individuales y colectivas y a eso debemos apuntar aunque temporalmente volvamos a un estado liberal que fue conculcado bajo el correato.
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