UN PARTIDO, NO UN COLADOR

Las grandes gestas de la política mundial durante el siglo XX fueron llevadas a cabo por partidos políticos orgánica e ideológicamente sólidos. Sucedió en la China de Mao, en la Rusia de Lenin, en la Alemania de Rosa Luxemburgo. La resistencia anticolonialista de los vitnamitas y su triunfo fue llevada a cabo por un partido.

Construir un partido para luchar contra el enemigo de clase es como el ABC de la política. En el caso de América Latina oarece ser que no se comprende esta verdad. Somos inclinados a hacer la política amparados en el caudillismo que no en la organización partidaria.

La revolución mexicana de comienzos del siglo XX es un ejemplo. Líderes como Pancho Villa o Emiliano Zapata son el símbolo de esa gesta popular, no un partido. Juan Domingo Perón, Hugo Chávez, Evo, Correa y como ellos muchos más.

Las razones históricas pueden ser muchas, pero quizás una de las principales sea que el proceso de industrialización en América Latina no sigue los pasos clásicos del desarrollo industrial europeo. Las masas trabajadoras en AL no han tenido la disciplina clasista que tuvo el proletariado en Europa. La inclinación al liderazgo caudillista ha estado sostenida en una masa más espontánea a la resistencia.

Pero mucha agua ha corrido debajo del puente de la sociedad moderna. La globalización y el capital financiero que ahora domina el mundo ya no temen los moldes de partidos de “nuevo tipo” como Lenin sostenía cuando el bolchevismo avanzaba al triunfo.

En AL la Revolución Cubana rompió los moldes clásicos de la organización partidaria y, con un movimiento político insurgente, hizo frente a la dictadura de Batista. Su organización como partido fue un proceso posterior al triunfo revolucionario.

La realidad histórica actual exige nuevas respuestas. La izquierda latinoamericana ha aceptado el reto de jugar con las mismas reglas que impone la democracia burguesa, lo que obliga a la izquierda a organizarse como un partido político orgánico e ideológicamente poderoso si quiere resistir con éxito el embate de las clases dominantes y de las fuerzas internacionales que las apoyan. No hay otro camino.

PARTIDO, NO MOVIMIENTO  

Está claro que en América Latina, casi sin excepción, el sujeto revolucionario no es exclusivamente el proletariado. El concepto más amplio de ciudadanía se adapta mejor a nuestra realidad. En él están inmersos todos los sectores que se ubican fuera de la dualidad capital-trabajo. La idea leninista de que el proletariado es la vanguardia de la lucha social contra el capital es correcta, pero en nuestro caso no es la más fuerte. La vanguardia de la lucha se construye con lo más conciente de los sectores antisistema que van desde el obrero hasta los grupos discriminados de la sociedad civil- Esto no es nada imposible y se ha demostrado que en América Latina funciona como la izquierda posible o el proceso progresista.

Para los ecuatorianos el ejemplo está en el correísmo surgido a comienzos del presente siglo. Pero desd entonces, hasta el momento actual han pasado más de veinte años. Es hora de avanzar de el respaldo espontáneo de las masas al prestigio de un caudillo, a la organización científica y eficaz de un verdadero partido para la revolución.

El marco ideológico para esa organización partidaria es sin duda el marxismo-leninismo, fusionado, ahora en nuestro caso, con el pensamiento ancestral andino que singulariza  nuestro accionar político. Un nuevo partido, no un partido de “nuevo tipo” como Lenin planteaba, sino un nuevo partido que tenga la ductilidad para afrontar a la lucha electoral y se vaya construyendo para cuando la fuerza de las circunstancias históricas le obliguen a enfrentar, en el terreno de la violencia revolucionaria, a la violencia reaccionaria. Esta tarea sólo puede ser llevada a la práctica por lideres revolucionarios antisistema, que saben cuan importante es desarrollar una táctica y una estrategia para el triunfo revolucionario y no para la simple reforma, aunque en el camino se tenga que librar, batallas reivindicativas.

Si el sujeto revolucionario es, en nuestro caso, la ciudadanía, está claro que el correísmo ha dado el primer paso para su organización. Rafael Correa sigue siendo el líder, detrás de él esta la masa postergada que jamás ha sido atendida por el poder oligárquico y a la que hay que organizar. A ese sujeto radical hay que organizarlo en un partido. Creo que un cincuenta por ciento está hecha la tarea, el otro cincuenta por ciento depende de la claridad ideológica con la que ahora se comience a dirigir el proceso. Un partido abierto, con mecanismos de selección y educación política que garanticen la firmeza de su militancia en los difíciles momentos que se han de presentar en la confrontación de los intereses clasistas.

En la Revolución Ciudadana he visto que Felipe Vega de la Cuadra tiene claras estas ideas y la coincidencia de dirigentes como Luisa González que no hacen otra cosa que interpretar el más hondo sentido de la militancia radical y revolucionaria de la Revolución Ciudadana.

MILITANTES Y REVOLUCIONARIOS DEL ECUADOR, NO PODEMOS MENOS QUE ESTAR DE ACUERDO CON ESTE PROCESO QUE TENDRÁ SU PUNTO DE PARTIDA EN LA PROXIMA CONVENCION DE LA REVOLUCION CIUDADANA.

VAMOS CON FUERZA AL TRIUNFO.

Jorge Oviedo Rueda

1-XII-2025

Esta entrada fue publicada en Sin categoría. Guarda el enlace permanente.

1 Response to UN PARTIDO, NO UN COLADOR

  1. Avatar de xsalmar xsalmar dice:

    Les deseo un estruendoso fracaso. Son solo neofascistas a los que hay que combatir.

    Me gusta

Replica a xsalmar Cancelar la respuesta