¿CUAL ES LA VERDADERA CULPA DE RAFAEL CORREA?


            Tengo un lector que nunca está de acuerdo conmigo, pero cuando argumenta sus desacuerdos siempre termina usando mis mismos puntos de vista para rebatirme. Yo sostengo, por ejemplo, que Rafael Correa ha sido el mejor exponente de la derecha en el Ecuador porque fue capaz de acelerar la modernización del capitalismo para pagar la deuda social que la oligarquía tenía con el país desde la muerte de Alfaro y él sostiene que no, que Correa no modernizó el capitalismo pero que fue el jefe de una nueva oligarquía, que no es lo mismo, como podrán darse cuenta, pero es igual.

            De una u otra manera ya está claro que, en nuestra historia política, siempre habrá un antes y un después de Correa. Negarlo es imposible, porque se perdería objetividad en los análisis. El odio de clase no puede tratar de tapar el sol con un dedo. Correa está instalado en nuestra historia con méritos suficientes y hay que mirar su figura sin temores ni complejos, tratando de encontrar el sitio correcto que le corresponde.

EL ANTES DE CORREA

            Enfoquemos nuestro análisis sólo a partir del regreso a la democracia, sin antes puntualizar como único antecedente el nefasto papel que el petróleo jugó contra los intereses nacionales en la década precedente. Hay el mito de que la dictadura militar de Rodríguez Lara rescató nuestro petróleo, pero la ley de Hidrocarburos no pudo contra la fiebre de endeudamiento externo que se desató, aún antes de que concluyan los gobiernos militares. Desde entonces, la deuda externa pesa sobre nuestra vida nacional como una verdadera esclavitud.

            Fue tan corto el período del “progresismo” roldosista, que bien se lo puede pasar por alto, pues todas sus buenas intenciones fueron devoradas por la ideología democristiana encabezada por Oswaldo Hurtado, quién se puso a órdenes de tradición, familia y propiedad. Enemigo de los trabajadores terminó sucretizando la deuda privada con lo cual favoreció a los grupos de poder económicos internos y reforzó los lazos de dependencia con los organismos multilaterales de crédito como el FMI y el Banco Mundial. A partir de su gobierno el Ecuador fue víctima de las cartas de intención y las medidas de ajuste estructural del FMI que terminaban quitándole el pan y la salud al pueblo ecuatoriano.

            El de Febres Cordero fue la expresión máxima de los gobiernos oligárquicos. Su eslogan de pan, techo y empleo no pasó de ser pura demagogia y su autoritarismo copó todos los poderes del Estado. La corrupción autorizó a la empresa privada a lucrar de la empresa pública dejando al final de su periodo un país en banca rota. La desaparición de los hermanos Restrepo y la masacre de los miembros del AVC será una mancha imborrable de sangre en nuestra Historia. Ninguna obra material, peor cultural en este período.

            La socialdemocracia tuvo su oportunidad de hacer, a finales de la década de los ochenta, lo que Rafael Correa hizo en la década de su gobierno, pero habiendo tenido todo el poder y el apoyo del Ecuador casi en su totalidad, no hizo nada. Se rindió al poder extranjero y desmontó conquistas fundamentales adquiridas por los trabajadores con su lucha. Un gobierno que despertó grandes simpatías en los más distintos sectores del pueblo ecuatoriano, terminó siendo un gobierno entreguista y antipopular.

            A finales del siglo XX el gobierno democristiano de Mahuad dolarizó la economía con lo cual nos ató a los intereses privados del poder norteamericano y enriqueció más a los banqueros y la oligarquía en general con el salvataje. Tres millones de ecuatorianos tuvieron que emigrar, dejando su patria y rompiendo sus familias. Fue el causante de la peor tragedia vivida por el pueblo ecuatoriano, pero los principales banqueros engordaron sus bolsillos y se volvieron más “respetables”. Era el Ecuador de la oligarquía en el que imperaba la ley del embudo, ancho arriba, estrecho abajo. Nadie controlaba la corrupción que campeaba a sus anchas. La justicia había convertido todas las cortes en cloacas y en el legislativo se empozaba el poder de la viveza criolla y se hacían los grandes negocios de la oligarquía. El pueblo se tuvo que refugiar en el populismo de derecha que llevó a contrabandistas y estruchantes al poder de manos de ese patán colosal que se apellida Bucaram y de un aventurero de escasas luces de apellido Gutiérrez. La oligarquía reinante no tenía rival. La izquierda histórica, socialistas y comunistas, discutían cómo rivalizar electoralmente con los partidos de la derecha en lugar de fortalecer un sólido proceso ideológico y programático.

            A pesar del impacto que tuvo en la conciencia nacional la irrupción del movimiento indígena en la década de los noventa, nada cambió. Las cúpulas dirigenciales de obreros, indígenas y sectores populares, dejándose llevar por los partidos reformistas de la izquierda ecuatoriana, renunciaron a la consolidación de una vía de independencia clasista y prefirieron apoyar a la derecha disfraza de centro. Este craso error dejó a los sectores populares sin alternativas, obligándoles a repartir su votación entre todos los matices de la partidocracia. A comienzos del siglo XXI el Ecuador estuvo al borde de la desintegración nacional.

LOS LOGROS DEL CORREISMO

            “Conceptualmente Correa planteó dar término a la trunca revolución alfarista lo que equivalía a modernizar el capitalismo ecuatoriano. Hasta cuando el precio del petróleo cayó bruscamente Correa cumplió al pie de la letra su programa de modernización del capitalismo. En ese esquema se explica la construcción de la red vial, los multipropósitos de la costa, las hidroeléctricas de todo el país, las escuelas del milenio, la reforma del estado, la modernización de los servicios públicos, la reforma educativa, la creación de nuevas universidades y proyectos monumentales como la Refinería del Pacífico y Yachay. El protagonismo del sector público le daba proyección de futuro a su obra, haciendo suponer que las bases estructurales sentadas durante su gobierno podían hacer evolucionar el proceso hacia horizontes de mayor radicalidad política y económica. Esa obra realizada, sin precedentes en la historia del país, convierte a Rafael Correa en el más eficiente líder que la derecha ecuatoriana ha tenido en toda su Historia, muy por arriba de Velasco Ibarra, Camilo Ponce Enríquez o Galo Plaza Lasso. Su obra tiene el incalculable valor de ser el pago de la deuda social que la oligarquía tenía con el Ecuador desde la fundación de la república y convierte a Rafael Correa en su más esclarecido adalid.”[i]

            A esto es a lo que el líder de la Revolución Ciudadana llama “su revolución” y, desde la perspectiva reformista, tiene razón, pero nunca desde la proyección revolucionaria.

            También hemos dicho: “Después del derrumbe del precio del petróleo la fuerza inicial del proceso correista comenzó a decaer. El proceso comenzó a saltar hacia atrás. Los límites del “proyecto histórico” de Alianza País comenzaron a aparecer. La falta de recursos fiscales comenzó a obligar a Correa a recortar el gasto fiscal y a iniciar un acelerado proceso de endeudamiento externo y reajustes internos que afectaron a los sectores mayoritarios. Se apoyó en los créditos chinos y volvió a coquetear con los organismos internacionales de crédito como el FMI o el Banco Mundial. Dejó preparado el terreno para que su sucesor retomara, no ya los ideales iniciales de la Revolución Ciudadana, sino los mecanismos eternos de la dependencia y sujeción a la voluntad del capitalismo corporativo mundial, ahora muy interesado y atento a los recursos naturales de nuestro pequeño país.”[ii]

            Si bien es cierto se produjeron importantes cambios durante la década del correismo, haber acelerado la modernización del capitalismo ecuatoriano lejos estuvo de ser un cambio revolucionario, pues la fuerza inicial de la “revolución ciudadana” sólo significó una amenaza para las fuerzas político-económicas defensoras de la estructura capitalista del Ecuador que, además, sacaron provecho de dicha modernización para reforzar su dominio, lo que quedará demostrado a partir del triunfo electoral de Lenin Moreno, no obstante lo cual, el odio de la oligarquía a Rafael Correa no tiene límite y sólo se explica como una maniobra ideada por ella misma para crear un enemigo ficticio que le sirva para combatir a las verdaderas fuerzas de la izquierda revolucionaria.

            Hay un infantilismo de izquierda en el Ecuador que alimenta la corriente del odio a Correa sin caer en cuenta cuanto provecho pudiera sacar si fuera capaz de dirigir su discurso y acción política a ese sector del correismo que, durante diez años, superó la ignorancia política y comprendió que el enfrentamiento por el poder con la oligarquía es una cuestión ideológica de fondo. No son dirigentes como Viviana Bonilla u otras parecidas el mejor fruto del correismo, en lo ideológico su mejor producto está en distintos segmentos populares que, gracias a su figura, ahora son capaces de hacer avanzar la lucha política a niveles más altos. Esa izquierda infantil no es capaz de diferenciar el grano de la paja y por milésima vez se auto aísla, sin poder dejar de ser una cofradía escandalosa buena para la denuncia pero incapaz de ponerse los pantalones largos de la política verdaderamente revolucionaria.

CUAL ES LA VERDADERA CULPA DE RAFAEL CORREA

            “La obra de Rafael Correa lejos estuvo de ser lo que el pueblo ecuatoriano aspiraba, razón por la cual, poco a poco, su gobierno fue perdiendo su apoyo. El pueblo de la costa, por ejemplo, sentía que los multipropósitos eran necesarios, pero más sentía la necesidad de una profunda y radical reforma agraria, cosa que Rafael Correa nunca se atrevió a afrontar; el cambio de la matriz productiva era un clamor nacional, pero nunca fue más allá de la modernización del sector industrial que no era otra cosa que llover sobre lo mojado; la reforma de la educación, llamada a sentar las bases de un cambio verdadero, no escarbó sino la superficie del problema y así en todos los niveles. Pese a la construcción de una impresionante red vial, hoy por hoy, todavía los más alejados caseríos y anejos del Ecuador ven podrirse sus productos por falta de caminos vecinales, Correa ni siquiera consideró la necesidad de una reforma urbana que racionalice el problema de la vivienda y lejos estuvo de plantear como un problema negativo la monopolización de la economía. La llamada ley antimonopolios fue ignorada por el propio Estado y los grandes capitalistas del Ecuador se la pasaron por bendita sea la parte. El problema crucial de la concentración económica ni siquiera tendió a descender, sino que, por el contrario, se incrementó. Proyectos necesarios como la ley de Plusvalía no fueron tratados con la eficiencia que requerían para asestar un verdadero golpe a los especuladores de la derecha. Más fueron las buenas intenciones que las realizaciones objetivas. El grave error de no haber construido un partido orgánico e ideológico comenzó a pasar factura desde que el pueblo le quitó su apoyo. Comenzaba a percibir el olor de la corrupción enquistada en ese nuevo Estado, quizás a espaldas de su líder, pero innegablemente presente, ya que Correa nunca fue capaz de tomar distancia radical de aquellos cuadros que, desde épocas anteriores, lucraban de la riqueza del Estado. Una falla, en este caso, de claro carácter ideológico-político. En ninguna parte del planeta la Historia nos enseña que se puede hacer cambios radicales con los mismos cuadros que sostuvieron el “viejo país”. El pueblo se distanció del gobierno de Correa y este, por su propia naturaleza, se vio obligado a criminalizar la protesta social, convirtiéndose, casi al final de su período, en un gobierno antipopular y represivo.”[iii]

            De todas estas deficiencias que tuvo el correismo quizás la más grave, desde un punto de vista político, es no haber construido, durante esos diez años, un verdadero partido político, orgánico e ideológicamente sólido. Se me puede objetar que eso era imposible puesto que Alianza País era una colcha de retazos, pero eso es precisamente lo que se reclama. Pasar por alto este “detalle” es justificar el caudillismo. Rafael Correa fue capaz de subirse al ring hasta con un muchacho que al paso de su caravana le dio un yucazo, pero no fue capaz de sentar las bases de una organización política para sostener su propio proceso reformista, peor para avanzar a la revolución. Es como querer hacer un viaje a la luna sin antes haber construido el vehículo que le pudiera llevar. En un movimiento como el que fue Alianza País  las puertas estaban abiertas, no sólo al oportunismo y la corrupción, sino a los enemigos que, desde adentro, podían hacerle daño, como efectivamente sucedió. Una larga lista de nombres encabezados por Lenin Moreno quedará grabada en la Historia para demostrar este aserto.

¿CÓMO SUPERAR ESTOS ERRORES?

            Radicalizando el reformismo, avanzando al cambio revolucionario. La siembra que Rafael Correa hizo en la conciencia de la militancia de su movimiento puede ser un núcleo imantado que siga sumando a los sectores políticos revolucionarios, a los sectores sociales, a la juventud, a las mujeres, a las minorías, a los campesinos, a los obreros, a los trabajadores, a los profesionales consientes, a los ecologistas, en fin, a los sectores medios amenazados por la crisis. La Historia hace posible, en los actuales momentos, un correismo sin Correa, no un neocorreismoque ya es inviable, porque para él ya paso el tren de la Historia. Un correismo sin Correa no significa que se tiene que desplazar a Correa, sino que en el proceso surgirán nuevos líderes que se acercarán más al cambio controlados por un partido que se irá construyendo para la revolución y no sólo para acelerar la modernización del capitalismo dependiente ecuatoriano.

            Rafael Correa lo tiene que comprender, si de verdad ama a su Patria, al pueblo y a la revolución.

23-01-2019


[i] Véase: Oviedo Rueda, Jorge: Hablar claro y sin complejos: en: https://nucanchisocialismo.com/

[ii] Idem

[iii] Ibidem

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4 respuestas a ¿CUAL ES LA VERDADERA CULPA DE RAFAEL CORREA?

  1. Gracias por el artículo yo soy un revolucionario y correista de pensamiento no oprtunista y digo creyendo que este hombre de asemeja a mi forma de pensar en cuanto a política social quiero para mi país. Que se cometieron errores si pero no de mala fe sino los que siempre comenten las personas de bien con el ánimo de hacer mejor las cosas.megustaria Seguir leyendo artículos equilibrados y sensatos como el suyo sin odio ni tinte político e ideológico

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  2. José dijo:

    Yo no pensaba responderle esté artículo para no caer en la interminable cacafonía de argumentos y contrargumentos que no cambian la opinión ni de Ud. ni de algunos lectores enceguecidos por el dogmatismo marxista y el carisma de Rafael Correa.
    Pero decidí contestarle porque Ud. no deja de sorprenderme con lo absurdo de sus pensamientos. Ud. dice: …»él sostiene que no, que Correa no modernizó el capitalismo pero que fue el jefe de una nueva oligarquía, que no es lo mismo, como podrán darse cuenta, pero es igual.» Decir que crear una nueva lumpen oligarquía basada en la rapiña no es lo mismo que «modernizar el capitalismo» porque si eso fuera verdad querría decir que los mayores lideres de la «modernización del capitalismo» fueron Al Capone y el Chapo Guzmán en sus respectivos países.
    No se si reir o llorar por lo absurdo de su argumento. POR FAVOR

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    • modesjor dijo:

      Que yo sepa ni Al Capone ni El Chapo han sido presidentes de sus países. Pudieron tener el poder de la droga, pero nunca tuvieron el poder político. Si usted no puede distinguir entre ambos poderes la verdad es que no se si «reir o llorar por lo absurdo de su argumento» POR FAVOR.

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  3. José dijo:

    Veo que no nos entendemos: Voy a detallar mis razonamientos y los suyos:
    1. Yo dije: «Rafael Correa está constituyendo una nueva lumpen oligarquía delincuencial para aferrarse al poder para siempre».
    2. Ud. dice que: «que Rafael Correa ha sido el mejor exponente de la derecha en el Ecuador porque fue capaz de acelerar la modernización del capitalismo para pagar la deuda social que la oligarquía tenía con el país desde la muerte de Alfaro y él sostiene que no, que Correa no modernizó el capitalismo pero que fue el jefe de una nueva oligarquía, que no es lo mismo, como podrán darse cuenta, pero es igual.» Es decir ser el jefe de una nueva oligarquía es equivalente a «modernizar el capitalismo».
    Uso el argumento de reducción al absurdo para demostrar que no es lo mismo:
    3. Al Capone y El Chapo Guzman trataron de crear una nueva lumpen oligarquía.
    4. Según su último argumento, ergo, trataron de «modernizar el capitalismo»
    Observe que según su razonamiento no es necesario que ninguno de estos tres delincuentes mencionados arriba hayan tenido poder político.

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