En un post de Facebook me enteré que un sector de AP ha comenzado a llamarle Comandante a Rafael. Por el significado y las implicaciones este hecho no puede pasar desapercibido.
Un Comandante es un jefe que tiene como misión llevar a su tropa a la victoria, a una transacción honrosa o a la muerte, de ser necesario. Quizás el rasgo más sobresaliente de la personalidad de un Comandante sea que la palabra se confunde con la acción, diríamos que son lo mismo.
En la historia latinoamericana han existido comandantes de la talla de Maceo en Cuba, Sandino en Nicaragua, Alfaro en Ecuador, Castro y Ernesto Guevara en Sierra Maestra. Todos ellos adalides de luchas independentistas o de liberación nacional. Luchar contra el colonialismo español fue el objetivo de Maceo, contra los yanquis invasores el de Sandino, contra Batista el de Castro y contra el imperialismo capitalista el del Che.
¿Cuál el objetivo del “comandante” Rafael?, ¿perfeccionar el capitalismo ecuatoriano haciendo y recibiendo favores de grupos económicos como el de Eljuri?, ¿eludir la reforma agraria que el Ecuador necesita?, ¿quitarle un pinche bocado a los poderosos para repartírselo en migajas entre los pobres?, o, ahora ¿volver al poder para encubrir la sucia corrupción regada por todo el Ecuador?
El grado de comandante no se le puede dar a quién pretende defender “virtualmente” los “logros de la revolución” y que no son otra cosa que las obras que la oligarquía debió dárselas al pueblo desde la fundación de la república.
Estaría de acuerdo con llamarle “comandante” al señor Correa si planteara una profunda transformación en tres ámbitos: el del poder, el de la producción y el de la educación, pero este “comandante” demuestra que sólo quiere inflar más su ego. ¡Basta de farsas!
La Hora, 08-11-2017
El país no necesita ningún comandante así como no necesita borregos que a su pastor le llaman comandante. Lo que necesita el país es tutores ideológicos.
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