El liderazgo de la derecha en el Ecuador ha cambiado. Durante mucho tiempo estuvimos acostumbrados al rugir de León Febres Cordero, al de su Delfin Nebot y a personajes de menor notoriedad. Estas elecciones arrojan un nuevo líder, que es, sin duda, Guillermo Lasso. Lasso representa a la oligarquía ecuatoriana, aquella que surgió a raíz de la Revolución Liberal. Plutocracia, le dicen los historiadores. Es ese sector que cree que el poder político es suyo y que si por alguna razón lo perdieron, sólo es cuestión de tiempo para que vuelva a sus manos. Creen que el Ecuador es su hacienda y tienen una visión teocrática del poder, como fue García Moreno. De ese sector es ahora líder Guillermo Lasso.
Pero la oligarquía no es un bloque homogéneo. Alianza País recupero el proyecto liberal de Eloy Alfaro y durante esta última década consolidó en el poder a esa oligarquía modernizante que sabe que para mantenerse en el poder tiene que hacer algunos cambios. Esta verdad ya no necesita demostración. Es eso, una verdad, nada más, a partir de la cual, tienen que actuar las fuerzas revolucionarias. El triunfo de Lenin Moreno es la ratificación en el poder de las nuevas fuerzas de la derecha, que política, e ideológicamente, configuran el rafa-leninismo.
Lenin es el instrumento de esta nueva derecha. Correa ya cumplió su papel, el de enfrentar las fuerzas tradicionales, para lo cual tuvo, necesariamente, que ser confrontativo. El papel de punta de lanza de la nueva derecha lo ha cumplido brillantemente. La izquierda «boba» creyó que eso era revolución, peor todavía, creyó que apoyando a Correa llegarían al poder. Se dejaron arrebatar su discurso y fueron un peón más de esa nueva derecha. Pero el papel histórico de Correa se ha cumplido al pie de la letra. Lenin viene con la mano extendida. Lasso sabe que así es, por eso su pedido de revisar las cuarenta y un mil actas del proceso electoral no es otra cosa que la cortina de humo con la cual está reconociendo el triunfo de Moreno. Le conviene mantener por un tiempo la agitación social, porque eso consolida su liderazgo. Lástima que detrás suyo hay una parte de pueblo. Lenin aspira a mantener un centro político, con lo cual pretende estabilizar otra vez el dominio oligárquico. De ahí se desprende que la confrontación AP-CREO no es otra cosa que fuegos artificiales de la política oligárquica.
¿Quién será el opositor real de esta colusión oligárquica? El pueblo llano; pero ese pueblo ahora no tiene, ni en el membrete, alguien que represente sus intereses. Dirigentes políticos de la izquierda clásica se entregaron sin verguenza a Lasso, dirigentes populares de igual manera, el populismo, el centro, todos se quitaron la careta en estas elecciones. No hay izquierda revolucionaria, existe la necesidad de hacerla surgir del seno del pueblo. Esa nueva izquierda está representada en los ideales y planteamientos de Ñucanchic Socialismo, la nueva izquierda ecuatoriana que se pondrá en marcha para derrotar al rafa-leninismo en el 2021.